De las relaciones ancestrales Hombre-Paisaje nacen los fundamentos, ahí está la génesis de la disciplina de la arquitectura del paisaje. De la necesidad de habitar surgió la ciudad, que determinó la transformación del paisaje, la mayoría de las veces con efectos adversos para la vida humana y el ecosistema. Se originó el paisaje urbano, y con ello, la necesidad de mitigar, corregir, compensar dichos efectos y desarrollar líneas de acción para la sustentabilidad. Dicha necesidad define los roles de los sistemas de espacios verdes urbanos y extraurbanos, y perfila el rol y misión de los arquitectos del paisaje; es decir, su contribución a la formulación de modelos de planificación y diseño sustentable del paisaje; su conservación, recuperación, rehabilitación y restauración.
Las declaraciones de principios respecto al valor del paisaje son de larga data. Han sido expresadas desde diversos ámbitos, consensuadas en organizaciones internacionales, de estudio y gremiales. Así, se ha reconocido y recomendado la protección y legislación del paisaje, con vistas a potenciar la valoración de los paisajes y el desarrollo sustentable y sostenible.
La Declaración de Xi’an, China, en la 15ª Asamblea General del Icomos 2005, considera la conservación del entorno de monumentos y sitios.
Actualmente hay significativos avances en las Cartas de Paisaje en Latinoamérica, Centroamérica y América del Norte; se han consolidado redes a nivel mundial, regional y dentro de los países, comandados por la IFLA mundial, las IFLA regionales y la LALI en el ámbito latinoamericano.
El paisaje es un patrimonio de todos, factor fundamental de cultura y desarrollo, manto territorial o sustrato sobre el que se actúa e interviene, “elemento esencial para el bienestar individual, social y colectivo”
Los aportes de los especialistas en paisaje han sido significativos, no obstante es preciso fortalecer y proyectar las propuestas sustentables. Cabe preguntarse si lo realizado contribuye a la sustentabilidad y desarrollo, y si los referentes externos hacen olvidar los propios, como nuestras culturas y paisajes naturales. Que el paisaje es patrimonio y derecho de todos, es un principio reconocido; por su parte, para conseguir los beneficios sustentables corresponde asegurar la conservación -entendida como el “uso y gestión del paisaje compatible con el mantenimiento de sus valores ambientales, culturales, visuales y perceptivos, en beneficio de la sociedad y de las generaciones futuras”
El aporte como arquitectos paisajistas ha sido más reactivo que preventivo, con criterios subordinados a los usos del suelo predeterminados, sin participación significativa desde el inicio, salvo excepciones; menos aun hemos determinado un rol determinante en las decisiones de políticas públicas. En las normativas actuales, los instrumentos de planificación territorial y los proyectos de actividades productivas e infraestructura se someten a sistemas de evaluación de impacto ambiental, que conciben el paisaje como recurso visual, y cuyas metodologías no siempre son aplicables a éste; no obstante, constituye una ocasión para hacerse cargo de él.
En todos los ámbitos, el análisis del paisaje debiera estar en los estudios, análisis y diagnósticos del territorio, y formar parte de la metodología de trabajo, desde las instancias de planificación y ordenamiento territorial, hasta la formulación de los proyectos de intervención en el paisaje. Es allí donde la arquitectura del paisaje aporta su visión holística del medio, en tanto que maneja conceptos y métodos para comprender el territorio, sus grados y tipos de intervención, los impactos, alteraciones y fragilidades, en directa relación con la situación del estado del paisaje y del medio ambiente, para proponer modelos de paisaje sustentable.
Es necesario mejorar, consolidar y compartir metodologías para el estudio y diseño del paisaje. Asimismo, identificar necesidades en toda América.
En lo social: implementar y compartir experiencias de metodologías de “diseño participativo” en proyectos del paisaje y en otros que impliquen su intervención. En lo ecológico: aplicar estudios de ecología del paisaje para analizar las condiciones regionales y originales de las áreas naturales, y extraer datos de cómo reconciliar la ciudad con el paisaje; asimismo, la cartografía de biotopos, para análisis de hábitats, y compilar catálogos florísticos y faunísticos de las especies y la diversidad existente, más el inventario sistemático que se incluye en trabajos de conservación de la naturaleza. En lo ambiental: habrá que incrementar la capacidad de gestionar espacios aplicando criterios de sustentabilidad, protección y creación de hábitats para especies de fauna, flora y para el ser humano. En la caracterización del paisaje: habría que emplear cartografías temáticas por componente para utilizarlas en planificación, gestión, diagnósticos, planes maestros y directrices de proyectos. En lo biótico: hay que usar planos de flora, fauna, cobertura vegetal, parches, asociaciones y biotopos, potencialidades y problemas ambientales. En lo físico: realizar planos de suelo, exposiciones, altitud, pendientes, clima, recursos hídricos, riesgos, potencialidades y problemas ambientales. En lo cultural: planos de elementos históricos-culturales y de patrimonio, evaluación visual del paisaje, potencialidades, problemas ambientales, funcionalidad de usos actuales y acciones antrópicas, accesibilidad y conectividad. Además de diversos temas según el paisaje.
La sustentabilidad y sostenibilidad precisan modelos de paisaje sustentable, donde los componentes biofísicos y culturales se asocien en forma inteligente, sensible, preventiva, creativa o reactiva, cuando sea necesario. Respecto a la coordinación interdisciplinaria e institucional para su formulación, se requiere que las disciplinas de las áreas ambiental y social concurran y se articulen, para que colaboren desde sus especialidades. En esta coordinación, la visión del paisaje desde la arquitectura es sustancial para el planteamiento de políticas públicas, programas en materia ambiental y de desarrollo urbano, planes de inversión, planificación territorial, estudios de línea de base, levantamiento de datos medio ambientales, culturales y códigos perceptuales del paisaje, diagnósticos y propuestas de ejes conceptuales de los planes maestros de planificación paisajística, así como proyectos específicos de diseño. Además, la arquitectura coadyuva en las directrices y criterios de intervención necesarios y pertinentes a cada realidad, y en los posibles modelos de desarrollo paisajístico específicos de los espacios públicos y abiertos del sistema y estructura vegetal.
De forma que es imprescindible desarrollar un enfoque global y considerar que:
La planificación de la ciudad requiere, en primer término, apoyarse en un diagnóstico ambiental y de evaluación del paisaje, tanto ecológico como perceptual, en donde se inserta para la evaluación de las potencialidades y limitaciones, aptitudes y restricciones a contemplar para las acciones, formas y grados de intervención en el territorio urbano y su entorno directo.
Las escalas y contextos deben dar cuenta del aspecto biogeográfico, ineludible para tener una secuencia escalar y de continuidad entre lo urbano y lo natural, que otorgue coherencia y consistencia a la planificación de los modelos de paisaje y diseño de los espacios verdes.
En lo urbano y extraurbano, el aspecto biogeográfico permite relacionar los múltiples elementos del ecosistema. De modo que resulta fundamental considerar en la evaluación de los proyectos de espacios verdes los beneficios de la vegetación como áreas reguladoras del medio ambiente urbano, para lo cual hay que manejar los datos duros en términos de beneficios medibles, tales como producción de O2, captación de polvo en suspensión y CO2, regulación de temperatura, captación y devolución de humedad, atenuación de niveles de decibeles, entre los más importantes.
Así, en el paisaje urbano es preciso considerar la calidad de los espacios verdes en relación con sus funciones ambientales, con el paisaje y con su ecología. Una de las tareas para concretarlo consiste en caracterizar y evaluar la cobertura vegetal de la ciudad, con el fin de elaborar un diagnóstico, y así optimizarla. También se recomienda revisar el manejo actual de las zonas verdes para modificar las técnicas que no sean sustentables ni coherentes con los criterios ecológicos, ambientales y paisajísticos. Además, se requiere evaluar las zonas verdes existentes para optimizar su potencial y tomar decisiones de proyectos futuros. En cuanto a los criterios de planificación y distribución espacial de la vegetación en las ciudades, hay que considerar las particularidades de sus emplazamientos y sus características biofísicas. De este modo, se podrá manejar la vegetación para que actúe y funcione como continuidad del paisaje natural hacia la ciudad; zona de
Las especies vegetales y animales necesitan tener continuidad ambiental y hábitats. Como ambos se sustentan en los paisajes naturales o menos intervenidos, los espacios verdes y el entorno natural de la ciudad deben planificarse y protegerse en forma consecuente, lo cual requiere implementar un sistema y figura legal que proteja esta condición. Sobre los factores culturales y su sustentabilidad, implica reconocer la diversidad, valorar y sistematizar las claves de la identidad local, para lo cual se debe aplicar una metodología, como el Lenguaje Perceptual del Paisaje
El modelo considera a los observadores y habitantes del paisaje junto con hitos visuales y marcadores de espacios patrimoniales y significativos; además del acceso visual del paisaje que rodea a la ciudad, con aberturas y ventanas visuales, desde puntos de observación planificados a partir de la evaluación del paisaje, diseñados, equipados y señalados para este propósito (hacia hitos, vistas inmediatas y lejanas de áreas singulares). También contempla accesos físicos al paisaje a través de un sistema de espacios públicos y espacios verdes, mediante una estructura urbana que facilite esta conectividad funcional; y por último, rutas y circuitos escénicos para observar el paisaje y la ciudad.
Por su pertinencia, en el presente ensayo se han seleccionado algunos referentes y principios para la presencia de naturaleza en la ciudad, de acuerdo a lo publicado por el Ministerio de Obras Públicas y Transporte de Madrid (MOPT)
La estructura heterogénea urbana permite la existencia de biotopos dispersos con gran cantidad de diversas especies vegetales. Los análisis ecológicos de ciudades en Europa y Norteamérica zonifican el paisaje urbano en: el centro edificado y los patios pavimentados o desiertos culturales; zonas edificadas en líneas de jardines y pequeñas zonas verdes esparcidas; zonas de construcción dispersa de viviendas y en línea con jardines y en transición hacia el extrarradio, y en polígonos industriales.
Otros análisis consideran la vegetación de superficie, o el grado de cobertura vegetal y la estratificación vertical; la relación de tamaño y distribución de zonas verdes urbanas, estudiada en la biogeografía de las islas. También se habla de oasis; las vías férreas y zonas verdes que cruzan ciudades con inmigración y emigración de especies, y el efecto de borde.
La presencia de los biotopos en los espacios urbanos abiertos es reducida por el nivel de tensión y agresión, en especial en el centro. La contaminación disminuye la vitalidad, acelera la vejez, aminora la biomasa y altera la capacidad reproductora de las especies; el suelo es modificado con aporte de otros materiales, y en consecuencia quedan pequeñas muestras de vegetación que reflejan la intervención humana y la sucesión natural.
Zonificación ecológica urbana en la conservación de ecotopos y especies. En extrarradios, conservar restos de ecosistemas naturales y los determinados por la ordenación agrícola. En el centro, potenciar comunidades naturales específicas de los usos del suelo urbano. Prevención de toda interferencia evitable con la naturaleza y el paisaje. Conservar los ecotopos y sus especies con suelos de espacios verdes no pavimentados. Apoyo al desarrollo natural de las zonas céntricas. La ley debe regular la conservación y cuidado del paisaje en la totalidad urbana, e incluir una planificación que preserve espacios para la conservación de especies, así como la identificación y protección de hábitats primarios o de tradición histórica por su valor de conservación. Mantenimiento de la variación local. En la planificación espacial de proyectos de construcción y vegetación de espacios abiertos, considerar las características propias y rasgos distintivos. Zonificación según la intensidad y frecuencia de uso, con distinción en usos intensivos y extensivos del suelo en nuevos proyectos de construcción. Dejar superficies sin utilizar. Concentrar el uso primario en zonas de gran capacidad de soporte y disponer zonas libres donde es menor. Privilegiar la existencia de espacios abiertos de grandes dimensiones. Una serie de espacios abiertos pequeños tiene menor valor ecológico que uno grande de superficie equivalente, por la influencia perturbadora y los efectos periféricos. Unión de los espacios abiertos, para reducir efecto de aislamiento de poblaciones vegetales y animales; para ello, utilizar pasillos verdes y el sistema de espacios abiertos adicionales (“escalones”). Incorporación funcional de los edificios a los ecosistemas. En zonas densamente edificadas, incrementar espacios vitales para las especies usando techos y muros exteriores. Los edificios no deben ser considerados obstáculos ecológicos.
Para la conservación de la naturaleza en la ciudad, Barker compara algunas experiencias de ciudades. De entre los principales elementos por identificar y definir para un plan estratégico, Barker señala tres: las reservas de vida silvestre, los corredores, los eslabones clave entre principales reservas y corredores, y las áreas de hábitats seminaturales; la implementación de políticas encaminadas a mejorar esas áreas y a asegurar que el público disfrute de la vida silvestre en forma responsable, así como el diseño de normas de edificaciones que permitan más oportunidades de incremento de hábitats silvestres y causen menor daño a los existentes, además de diseñar políticas para favorecer las iniciativas locales y alcanzar los puntos anteriores. Por último, Barker señala los estudios de ecología del paisaje, los cuales establecen una referencia de las condiciones regionales y originales de las áreas naturales y permiten extraer importante información de cómo reconciliar la ciudad con el paisaje; la cartografía de los biotopos es utilizada para examinar los diferentes tipos de hábitats y los catálogos florísticos y faunísticos de las especies existentes para entender su diversidad.
En los proyectos de zonas verdes de amortiguación (transición ciudad-campo), la arquitectura del paisaje debe considerar la preservación y protección de paisajes seminaturales, el restablecimiento de los cursos naturales de agua, el cuidado de las estructuras vegetales importantes de la periferia, el uso de especies nativas y otros factores específicos del paisaje local.
Se debe proyectar mitigaciones que creen nuevas zonas verdes y donde sea posible decidir sobre sus materialidades, usos y funciones en su diseño. Además, mejorar la calidad de los biotopos de las zonas verdes prexistentes y proponer medidas para protegerlas, tanto públicas como privadas, sitios baldíos y residuales, jardines y arbolado, muros y ecotechos.
En el diseño formal, funcional y ambiental, es relevante la formación de biotopos en las zonas verdes, donde se reconocerá como lo seminatural a aquellas relaciones de vegetación seminatural con el suelo, tan valiosas como escasas, y que necesitan protección puesto que son refugios. Su tamaño será un factor importante para determinar la variedad de especies; las estructuras, si son abundantes, posibilitarán gran variedad de pequeños biotopos, marcados por una gran diversidad de especies; la proporción de especies raras y amenazadas debe considerar medidas de protección de las relaciones y desarrollo de lugares para especies de las listas rojas; la intensidad de uso de poca perturbación es un buen potencial para ello. Son importantes los factores de localización espacial en el área urbana (extraurbana o centro) y la distancia a otras zonas verdes, así como el factor distancia en función del tamaño de las barreras, que evita el aislamiento de zonas.
Por su función recreativa, el mejoramiento de flora y fauna con sistemas naturales queda limitado a los grandes parques urbanos y zonas afines. Por ello, se determinan distintos grados de intensidad de usos y, consecuente con ello, sus formas, grados y tipos de intervención. Así, se consideran zonas de bosques con áreas tranquilas de libre uso no sometidas a cuidados intensivos, donde tiene cabida la vegetación espontánea; las praderas extensivas; el desarrollo de conexiones entre los biotopos; las áreas pavimentadas -sólo cuando sea necesario-, y zonas específicas, de acuerdo al programa y condiciones locales.
Respecto al mantenimiento, se recomienda propiciar un sistema natural que incorpore el concepto de reciclaje de materiales, y evitar el convencional, que utiliza técnicas de impacto negativo.
En consecuencia, un paisaje creado no será de gran aporte a la sustentabilidad si el diseño, mantenimiento y uso es contrario al desarrollo de biotopos. Además, hay que contemplar la óptima distribución de espacios verdes en la totalidad del área urbana. Finalmente, es indudable que la sustentabilidad ambiental no es posible sin la sustentabilidad del paisaje.
Una versión de este artículo se publicó el 21 de junio de 2015 en el blog de la autora:
Icomos, Carta Internacional para la Conservación y Restauración de los Monumentos y los Sitios- Carta de Venecia (1964), Art. 7.
Unesco, Actas de la Conferencia General. 12ª reunión, París 1962 (París: Unesco, 1963) [edición digital]. Consultada en octubre de 2015 en
Convención Europea del Paisaje, Convenio Europeo del Paisaje hecho en Florencia el 20 de octubre del 2000.
Convención Europea del Paisaje, Convenio Europeo del Paisaje hecho en Florencia el 20 de octubre del 2000.
Observatorio del Paisaje, “Glosario” [web]. Consultado en octubre de 2015 en
Mónica Palma y Hermann Muhlhauser, “La ciudad en el paisaje y el paisaje en la ciudad, enfoques medio ambientales y paisajísticos”, ponencia presentada en el seminario Urbanismo y Planificación de una Ciudad Moderna, Congreso Internacional Ciencias de la Tierra, Instituto Geográfico Militar, Chile, 2004.
Mónica Morales N., Metodología Lenguaje Perceptual del Paisaje [video Youtube], 2008. Consultado en octubre de 2015 en
H. Sukopp y P. Werner,