Proyecto: Estudio Escobedo Soliz /Lazbent Pavel Escobedo Amaral /Andrés Soliz Paz /Stefanie Verhoeyen /Rodrigo Mazari Armida /Hiroshi Ando Ponce De León /Bryan Rosendo Casarrubias Zambrano /Construcción: Fahey Design Build /Michael Kreha /Michael Fahey /Asesores Estructurales: Laboratorio De Estructuras De La Unam /Juan Gerardo Oliva Salinas /Perla Santa Ana /Renders: Cuervo Loco /Pedro Rafael Lechuga /Equipo De Construcción: Jeevan Farías /Rodrigo Mazari /Stefanie Verhoeyen /Nicole Staake / Andy Sternad /Hiroshi Ando /Debbie Aphrodite Vapheas /Irisa Llana /Pedro Ceñal /Kara Biczykowsky /Miju Hong /Agradecimiento Especial A La Facultad De Arquitectura De La Unam /Proveedores: Alberca: Natare Corporation /Troy Yoder /David N. Jackson / Cuerdas: Valley Rope /Robert Potts /Sistema De Rocío: Kool Fog /Bryan Roe
“Ni un objeto, ni una escultura en el patio, en su lugar una serie de acciones simples y poderosas que generen atmósferas nuevas y diferentes”. Así describen su proyecto para el MoMA PS1 sus autores: una propuesta que nos habla de los cambios recientes en la percepción de qué es la arquitectura.
El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y su filial en Long Island City, Queens, el MoMA PS1, convocaron al concurso anual
Muy pronto, Pavel y Andrés viajarán a Nueva York para desinstalar el pabellón. “Terminó el sueño americano”, dicen en broma. Con seguridad, el sueño no terminará ahí para estos dos arquitectos, quienes contrastan con un contexto actual de estrellas y de una arquitectura basada tanto en el autor-artista como en el objeto estético. A Pavel y Andrés los caracteriza otra forma de entender la arquitectura y que, a su corta edad, ha sido premiada dos veces: segundo lugar del premio Holcim “Next Generation” en 2014 y, más recientemente, al vencer a 30 despachos de México, Estados Unidos y Canadá para lograr construir su propuesta en los patios del MoMA PS1.
La historia comenzó con una carta dirigida al arquitecto Marcos Mazari, director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, firmada por Martino Stierli, curador en jefe del Departamento de Arquitectura y Diseño del MoMA, el 14 de octubre de 2015, en la que solicitaba su ayuda -al igual que de otros contactos en México, Estados Unidos y Canadá- para postular a arquitectos jóvenes que quisieran realizar un proyecto para el verano de 2016; era la primera vez que se incluía a México en la selección de los nominados. En la carta se explicaba que el objetivo del programa es dar oportunidad a jóvenes arquitectos de preparar y presentar soluciones arquitectónicas para un sitio específico, pero necesariamente modesto, en este caso el patio de acceso al MoMA PS1. También se hablaba de la importancia que el museo le otorga al programa como un compromiso con el talento emergente. En esta ocasión, el concurso se enfocaba en promover diseños que se basaran en tres temas: sustentabilidad, reciclaje y reutilización, para crear ambientes amigables con el contexto urbano que motivaran la interacción y la relajación.
Marcos Mazari entendió muy literalmente que los nominados debían ser muy jóvenes y le contestó a Stierli, el 30 de octubre de 2015, para nominar a los arquitectos recién egresados Lazbent Pavel Escobedo Amaral y Andrés Soliz Paz, como candidatos para el Young Architects Program 2016. Su decisión se basó en el conocimiento del compromiso social y ambiental de Pavel y Andrés para el desarrollo de espacios públicos y proyectos con comunidades de tradiciones arraigadas; explicó el proyecto con mucho detalle en su carta el proyecto, el cual los arquitectos habían presentado como tesis para obtener su título, en la comunidad de Zoh Laguna, Campeche, donde se enfocaron en la participación comunitaria, en la reutilización de los materiales y en el diseño de un proyecto que respondiera a la sensibilidad del contexto local. Ambos habían conocido la comunidad durante su servicio social, requisito para la titulación en esta escuela. En este proyecto, todavía en proceso, se involucra a la comunidad en la toma de decisiones y en la construcción.
Pavel y Andrés tuvieron 10 días para elaborar una carpeta, preparar su curriculum vitae y hacer una declaración de su postura antes de enviar todo por paquetería a Nueva York. La carpeta debía ilustrar tres proyectos; el jurado aclaró que no buscarían proyectos elaborados, sino buenas ideas. Pavel y Andrés decidieron presentar dos proyectos escolares y el proyecto de la comunidad de Zoh Laguna. Al respecto dicen: “A veces demeritamos los proyectos escolares, simplemente por eso, sin percatarnos de que lo más importante son las ideas”.
El 2 de diciembre de 2015 les dieron la noticia de que eran parte de los finalistas. Se eligieron cinco despachos de entre 30 nominados. Los cinco finalistas fueron: First Office (Andrew Atwood y Anna Neimark), Ultramoderne (Yasmin Vorbis y Aaron Forrest), Cobalt Office (Andrew Colopy y Robert Booth), Frida Escobedo y ellos. Fue una gran sorpresa resultar finalistas, porque no tenían obras construidas, a diferencia de los demás participantes. Que otra mexicana, Frida Escobedo, resultara seleccionada fue tanto una buena noticia como una un tanto intimidante, pues la arquitecta es una figura muy reconocida en México. En el anuncio oficial, el único despacho que no tenía el color azul característico del vínculo a una página de internet era el de ellos y tuvieron que armar una rápidamente.
A partir de ese día reunieron varios documentos, entre ellos les pidieron el título que no habían recibido aún, justo antes del periodo vacacional en la UNAM. Les dieron un presupuesto muy limitado para el concurso; el viaje para la presentación y la visita al sitio fue “un lunes a las 10 de la mañana, con un frío horrible”; debe haber sido difícil tratar de imaginar Nueva York en verano en esas condiciones. Durante la visita, que ellos recuerdan como una experiencia “extraña”, los jueces del concurso les pidieron que su propuesta fuera una declaración de principios de su trabajo. Extraoficialmente, el jurado pensaba en una solución más arquitectónica, que hiciera una lectura del espacio y propusiera una intervención espacial, y no de pabellones-objeto, pues ésta había sido la tendencia de los concursos anteriores. Los jurados les comentaron que ya no querían nada monumental y les pidieron que ignoraran las tendencias de años pasados. En particular, lo que dijo Klaus Bisenbach, director del MoMA PS1, les llamó la atención; él tenía claro que lo que buscaba era un lugar sensual que te hiciera quitarte la ropa, una experiencia hedonista. Les dijo: “Me gustaría algo que emane sensualidad, algo que permita a la gente mojarse y expresar su sensualidad. Los Warm Ups del MoMA PS1 han sido una opción para la gente de Queens y Brooklyn que no tiene el presupuesto para rentar una casa en los Hamptons para pasar el verano”. Andrés y Pavel recuerdan: “Klaus fue el único que habló de una experiencia sensorial y no de un objeto o una declaración formal o arquitectónica”.
Para concebir su proyecto, Pavel y Andrés usaron un aula en la Facultad de Arquitectura y se apoyaron en varios amigos. Los arquitectos comentan: “Al revisar las propuestas anteriores durante la etapa del concurso nos dimos cuenta de que muy pocos intervenían los tres patios del PS1, y los que lo hicieron era de una manera literal-formal. En nuestro caso, quisimos intervenir todos los patios y que cada uno tuviera su propia personalidad, y que se viviera una experiencia total complementaria”. Otros ganadores habían sido Andrés Jaque, de Office for Political Innovation, quien ganó con el filtrador de agua Cosmo, y David Benjamin, de The Living, con la biotecnología de Hy-Fi. “No pensamos que los pabellones pasados usaran todo el espacio, entonces dijimos, hagamos el acercamiento al sitio como lo hacemos en México”, añaden.
“Trabajemos con las preexistencias para generar ambientes”, fue la conclusión a la que llegaron. La propuesta que desarrollaron abarcaba la idea de una experiencia total mediante la generación de varias atmósferas: una, utilizando el agua en estado líquido con un espejo de agua en el patio mediano; otra, con el agua en estado gaseoso, con una cámara de neblina en el patio más pequeño. En el patio principal diseñaron una superficie hundida con arena de playa. Después se preguntaron, ¿dónde va a descansar el usuario?, ¿cómo hacer mobiliario urbano sin poner mueblecitos que obstruyan el flujo de la gente?: “Con dos contenciones, bancas y
¿Cómo intervenir los muros y espacios pre-existentes? Tras la lectura del lugar, al entender que el presupuesto era limitado, decidieron trabajar con lo que ya estaba ahí. Los grandes muros de concreto tenían los orificios redondos que quedan después de colarlos con cimbra metálica; notaron que los orificios, en este caso, estaban por lo general vacíos, así idearon la propuesta más vistosa del proyecto: una gran cubierta tejida con hilos o cuerdas plásticas de colores; tuvieron la idea de tejer las paredes y hacer con ello un techo de colores para el verano. “Al final, gran parte de la idea fue un intento de homenaje a los orígenes del arte que fomentaba el PS1 en sus inicios, cuando el Contemporary Art Institute catapultaba a artistas como James Turrel, Richard Serra y Gordon Mata Clark. La época de oro del Site-Specific Art”.
En cuanto a la recepción mediática del proyecto, sus comentarios nos hablan, una vez más, de su forma distinta de ver la arquitectura: “Nos molesta un poco que la gente sólo hable de las cuerdas…, la propuesta abarcaba una totalidad de experiencias distintas, detonadas por intervenciones puntuales en cada patio: el espejo de agua en el patio mediano, la cámara de neblina en el patio más pequeño y la extrusión del suelo con arena en el patio principal”.
Después de desarrollar la propuesta debían presentarla ante el jurado el 25 de enero de 2016 en Nueva York, con un presupuesto muy reducido para el viaje y en medio de una tormenta de nieve, por la cual las presentaciones estuvieron a punto de cancelarse. “Tuvimos mucha suerte durante todo el proceso del concurso”, al final las presentaciones se desarrollaron normalmente. Planearon que la maqueta fuera desarmable, para evitar los gastos de envío, por lo que tuvieron que armarla un día antes de la presentación. Lo hicieron en el legendario Meeting, de James Turrell, un cuarto con una apertura en el techo que permite que el cielo sea el protagonista -gracias al manejo de luces tenues color naranja-, una instalación que ha estado cerrada al público por varios años. “Fue algo muy especial para nosotros armar la maqueta en ese espacio”, señalan Pavel y Andrés.
En el video que el MoMA hizo de las presentaciones de los proyectos se puede ver a un Andrés emocionado: “Estábamos muy nerviosos, pero nos tomamos una cerveza antes; ya estamos bien -dijo, desinhibido-. Sólo una, no se preocupen”, añadió con su correcto inglés, de marcado acento mexicano. Después de que los cinco candidatos presentaron sus proyectos, Pavel y Andrés fueron a cenar con Frida Escobedo. Durante la cena recibieron un correo electrónico que les anunciaba que habían sido seleccionados como semifinalistas junto con otro equipo y los citaron a una junta, antes de partir a México, con Klaus Bisenbach y Sean Anderson, curador asociado del Departamento de Arquitectura del MoMA, para aclarar algunas dudas sobre quién y cómo se encargaría de la construcción. El jurado tenía dudas de la capacidad de Andrés y Pavel para construir, por su juventud y su poca experiencia, aun así ellos se mostraron seguros de poder resolverlo con el apoyo adecuado.
Al respecto recuerdan que, a su regreso a México, platicaron con Mauricio Rocha. El arquitecto les dijo: “No te quedes como Javier Aquino, en los cuartos de final contra Holanda, que en el minuto 85 dejó sin marcar a Schneider y metieron el gol del empate”; el mensaje fue claro: ya habían llegado muy lejos y era el momento crucial para ganar el concurso. Durante tres días estuvieron trabajando en los requisitos, hicieron otra maqueta para trabajar los detalles técnicos de la alberca y, lo más importante, buscaron el respaldo de Michael Kreha, para que Fahey Design Build los representara en el proyecto de construcción y tuvieran un presupuesto actualizado.
El lunes 1 de febrero recibieron la llamada de Sean Anderson para confirmarles que habían sido el equipo ganador del Young Architects Program 2016. Festejaron la noticia en “Las islas” de Ciudad Universitaria con sus amigos y colaboradores.
Sean Anderson dijo en el comunicado de prensa que “la propuesta ingeniosa de Escobedo Soliz nos habla tanto de la fugacidad de las imágenes arquitectónicas actuales como de la naturaleza de las operaciones espaciales de manera más amplia. Desde la evocativa cubierta tejida que involucrará a los visitantes por encima de sus cabezas hasta la alberca reflejante, Weaving the Courtyard reúne sensiblemente elementos de los Warm Ups del MoMA con una colección exuberante de zonas y ambientes”. La descripción oficial del proyecto definió Weaving the Courtyard como una intervención arquitectónica Site-Specific (específica para el sitio), que usa los muros de concreto para crear tanto el cielo como el paisaje, con terraplenes en los que plataformas de suelo y agua sugieren la aparición de una topografía única. Se explicaba también que las variaciones en la densidad, visibles por medio del tejido, invitarían a los visitantes a interactuar y ocupar espacios por diferentes lapsos. La nube (como la llamaban sus autores) de tejido, proveería sombra a los visitantes debajo de ella, al mismo tiempo que le daría una nueva forma al patio con una red de colores brillantes. Para Klaus Biesenbach, el equipo trabajaría en “una intervención celebratoria llena de color, que toma como punto de partida las formas geométricas de concreto existentes en el patio para crear simultáneamente una playa de arena, agua y colores vibrantes”.
Para desarrollar el proyecto ejecutivo, Pavel y Andrés buscaron la asesoría de profesores de la UNAM y el apoyo de sus compañeros de la carrera: “Siempre tuvimos el apoyo de la Facultad de Arquitectura, e incluso de otros institutos y facultades de la UNAM, que nos brindaron asesorías técnicas muy valiosas durante el proceso del proyecto ejecutivo”. Renunciaron oficialmente a sus trabajos en otros despachos de arquitectura y buscaron una oficina para desarrollar por tres meses el proyecto. Diego Mañón, su compañero de la universidad, y su socia Rosalía Yuste les compartieron una sección de su oficina y desde ahí contactaron a proveedores en Estados Unidos e idearon toda la logística para afinar los detalles de la idea del proyecto, el cual finalmente se iba a realizar. “Todo se hizo a través de correos electrónicos y, a veces, llamadas por Skype”, recuerdan.
El proyecto fue construido con sus propias manos y las de sus colaboradores de la UNAM, además, recibieron el apoyo de muchos voluntarios, estudiantes de arquitectura, tanto de su universidad como de Columbia, Yale, Cooper Union y Syracuse. “Eso fue muy importante para el proceso de la obra, gente con mucha energía”. Cuentan que la construcción fue muy eficiente y práctica gracias al apoyo de Michael Kreha y Fahey Design Build, y a la energía de los voluntarios. “Aquí se construye de una forma muy eficiente y muy práctica. La velocidad es otra”. Andrés y Pavel se encargaron de todos los detalles. A la distancia, destacan lo importante que fue contar con la experiencia de conocer el proceso directamente, cómo se produce la arquitectura y la relevancia de participar tanto en la idea como en su realización material. “Es algo que te hace apreciar las cosas de otra forma, desde agarrar un taladro, una pala; conocer el trabajo que hay detrás de las cosas es muy importante”, dicen Pavel y Andrés.
Durante la construcción tuvieron oportunidad de conocer el museo y su historia.
Una de las anécdotas más bonitas fue […] cuando, a través de recorrer el edificio del MoMA PS1, pudimos descubrir los rastros de las distintas intervenciones […]; como la del ático de Richard Serra, la cual nadie puede visitar, porque las normas restringieron el acceso del público al último piso del PS1, por razones de protección civil. O la galería de James Turrell, que está en remodelación. O la intervención de Gordon Matta-Clark en la fachada, donde hoy día está el gran mural blanco que dice “MoMA PS1”.
El pabellón estuvo listo una semana antes de la inauguración, la cual recuerdan como un momento sumamente emotivo. La intervención fue cobrando vida durante la recepción de los visitantes al PS1, en los Warm Ups y en las visitas de las familias del barrio neoyorquino. “Aunque no vivimos todos los Warm Ups del verano, durante los dos primeros vivimos los momentos más felices, al poder ver el pabellón cobrando vida al recibir a las audiencias del PS1 y respondiendo como lo habíamos planeado, e incluso nos brindó gratas sorpresas”, señalan.
La vida de los materiales después de su uso en el pabellón forma parte importante del proyecto inicial, por lo que están contentos de participar en la desinstalación. A unos días de ésta, la idea es que nada termine en la basura; las con tenciones de madera para la alberca se hicieron con módulos de madera que, de forma individual, funcionarán también como bancas. Una mitad de ellas será vendida en un bazar, la otra mitad será donada a los jardines comunitarios de East Village y de Queens. Las cuerdas con las que tejieron los muros serán donadas a una comunidad de tejedoras llamada Weaving Hand, que se encargará de tejer distintos telares a gran escala para donarlos a espacios públicos en la ciudad de Nueva York. A pesar de esto, ven el proceso de desinstalación como un momento de nostalgia, al tener que hacerlo con sus propias manos y recordar la gran experiencia que fue construirlo. En palabras de Alissa Walker, de
Aun cuando una idea buena para Instagram resulta importante para los ganadores del Young Architects Program, enfrentar los asuntos ambientales de la instalación es uno de los componentes más importantes del concurso. De este modo, Weaving the Courtyard es probablemente el [proyecto] más sensible al sitio. Al usar los orificios dejados en la superficie del concreto al ser colados, y reutilizar las cuerdas para otro propósito después de la instalación, no habrá prácticamente ningún impacto y ningún material desperdiciado. Ésta es una jugada distintiva de los diseñadores.
Hay grandes expectativas en cuanto al futuro de estos arquitectos, a quienes Anna Fixsen, en Architectural Record (abril de 2016), describe como
Una operación de dos hombres ubicada en la Ciudad de México, el tipo de firma de arquitectura que no lleva las de ganar, a la que quieres apoyar. A pesar de tener fondos limitados, cero obra construida y una edad que sumada se aproximaría a la de un arquitecto promedio, este par ha desarrollado unos esbozos de ética de trabajo en combinación con una fuerte apreciación por el contexto y los materiales.
En la entrevista con ella, Pavel y Andrés reflexionaron: “Las escuelas de arquitectura en Estados Unidos tienen más recursos tecnológicos, en México somos más pragmáticos. Nos preguntamos, ¿cómo podemos construir con lo que tenemos a la mano?”. Los arquitectos mencionan en sus entrevistas que, por ser mexicanos, siempre piensan en cosas prácticas, una intervención “fácil de hacer”.
Al final, las ideas de Pavel y Andrés dieron como resultado una intervención que, en palabras de Sam Anderson, “no estamos viendo, estamos experimentando”, y que según Randy Kennedy, de