Este artículo plantea el tiempo como una dimensión en la que se estructuran y conectan diferentes variables que inciden en la consolidación de los sectores urbanos populares. La condición evolutiva de estos sectores se explora con el concepto de lo “no-permanente” el cual, al atravesar las diferentes dinámicas socio-culturales, permite pensar en cómo la incertidumbre, lo simbólico, lo diverso y lo múltiple pueden definir en el tiempo las características físicas de los territorios.
El caso de estudio será el barrio Berlín de Cali, Colombia, a partir del proceso social y cultural de invasión y urbanización pirata, donde se tomará como referente la variable de lo político, para exponer lo urbano-arquitectónico como algo fluctuante y no permanente.
This paper presents time as a dimension where different variables influencing the consolidation of popular urban sectors are structured and connected. The evolutionary condition of these sectors is explored through the concept of the "non-permanent" which, by moving through the different socio-cultural dynamics, allows us to think about how the uncertain, symbolic, diverse, and multiple can define over time the physical characteristics of the territories.
The case study will be the Berlin neighborhood of Cali, Colombia, beginning with the social and cultural process of usurpation and pirate urbanization, where the variable of the political will be taken as a reference, in order to expose the urban-architectural as something fluctuating and impermanent.
En este texto se expone una consideración conceptual acerca del tiempo como dimensión y transversalidad que repercute en la consolidación de lo físico y urbano: la no permanencia, característica “visible” en cualquier asentamiento popular dada su transformación acelerada, y la incertidumbre, relacionada con factores de evolución y transformación sociocultural y política.
Las grandes trasformaciones urbanas de Cali se vinculan con su desarrollo industrial y con el desequilibrio en las zonas rurales que propició la migración al núcleo urbano. Este crecimiento acelerado de la población repercutió en fenómenos de ocupación ilegal de predios que incrementaron el tamaño de la ciudad 50% en tan sólo una década. La evolución urbana de Cali enfrentó la ruptura de la concepción lineal del tiempo de su crecimiento y puso en crisis la concepción de la permanencia de lo urbano- arquitectónico y la construcción del lugar, no como escenario físico, sino como escenario sociocultural, dinámico, contradictorio y político.
La evolución del barrio Berlín es la excusa para situar el análisis del tiempo como la dimensión más determinante en la consolidación del hábitat popular. Se aborda como una transversalidad que afecta a muchas variables, las cuales definen las condiciones de evolución y consolidación de un asentamiento popular como éste, que nace de procesos alternativos de ocupación del suelo. Para este artículo únicamente se analizará lo político, como condición social y dinámica que se define desde las condiciones simbólicas, y cómo éstas repercuten en la forma y la transformación paulatina de su materialización urbano-arquitectónica, que es no permanente a lo largo de su evolución.
Habitar es pensar, plantearía Heidegger;
En Occidente, la construcción epistémica a través de la historia de la arquitectura ha reforzado y legitimado su discurso a partir de valores como estabilidad (
En la historia de la arquitectura antigua y clásica (incluso después, con el Movimiento moderno derivado de la ideología positivista), conceptos como el cambio, el crecimiento y la evolución fueron determinados por el tiempo como dimensión que los estructura, y eran obviados porque no encontraban un lugar dentro de la construcción lógica de la estructura epistémica que los contenía. Con la crítica estructuralista interna al Movimiento moderno por parte del Team X
Para la década de los años setenta en Europa (en especial en Inglaterra), las aportaciones experimentales, en ocasiones utópicas, habían empezado a prestar especial cuidado al tiempo como dimensión; las posturas de grupos o arquitectos de vanguardia en aquel entonces, como Archigram, Cedric Price o la Coop Himmelb(l)au en Austria, exploraban las implicaciones de pensar el tiempo como una dimensión para la consolidación del espacio arquitectónico; esto los llevó a cuestionar el sentido de la materia edificada. Incluso los mismos metabolistas japoneses encontrarían en esta dimensión el fundamento para algunos de sus planteamientos, con una lógica argumental más próxima a su forma de entender el tiempo desde sus profundas construcciones culturales y religiosas, como el zen y el sintoísmo, construcción epistémica muy diferente a la de Occidente.
Con el desarrollo tecnológico de un mundo hiperconectado,
La flexibilidad y la adaptabilidad
Cedric Price, en los años setenta, ya mencionaba la “ética de la impermanencia”
Según Price, la arquitectura deberá asumir la “inevitabilidad del cambio”
Todo esto plantea revisar las posturas que llevan a producir una arquitectura programática, parametrizada, formalista e imagotipada, que pretende resolver la ciudad como si se tratase de un resultado finito y estático, o como imagen permanente o marca comercial. Entonces, es el diagrama y no la imagen (imagotipo como un fin) el que cobra relevancia, porque permite relacionar en su estructura las diferentes situaciones de un fenómeno complejo como el acto de habitar.
Hemos entendido esto desde la construcción de un discurso académico de la arquitectura, pero en los barrios populares, en particular en Colombia, estos fenómenos se han dado a lo largo de la consolidación de su territorio y están determinados por varios aspectos que definen su cultura. ¿Por qué no hemos podido acercarnos a una forma adecuada de leer la construcción de los barrios populares y su manera de hacer ciudad en el tiempo?, cuando el barrio popular es un contexto en el cual la provisionalidad y la incertidumbre son factores que han determinado su desarrollo, donde los actores han sido los que se involucran en el proceso de su conformación y en cuyo acto se instaura el tiempo como factor determinante en la construcción de su realidad urbana y social.
¿Estamos haciendo una lectura correcta de la construcción del espacio habitable a lo largo de la evolución y su configuración físico-espacial?, ¿qué leemos cuando entendemos este proceso en el tiempo?, ¿a la arquitectura, a lo tectónico y permanente, o a sus habitantes y su relación intrínseca con lo materializado, que se constituye y se alimenta de esta dimensión? Estas interrogantes son relevantes para estudiar la relación del tiempo y la no permanencia de lo edificado, que se manifiesta en la construcción del barrio popular, ya que en estos procesos no sólo se determinan las características físicas de su realidad tangible, sino que también se estructura una construcción simbólica que cuestiona los aspectos formales, tectónicos y estéticos de la linealidad epistémica, entendida por la academia como la forma anclada a su tiempo,
En el barrio Berlín estas dinámicas se alteran constantemente en la construcción de lo sociocultural; es en la constitución de las posturas políticas donde saltan a la luz las particularidades propias del contexto y lugar para reclamar su presencia, la cual no es necesariamente tangible (aunque el resultado lo sea). La permanencia es simbólica, esto lo evidencia la evolución, la transformación constante y la tendencia al embellecimiento de lo privado frente a la disputa, la lucha y también el ornato de lo público.
El fenómeno que posibilitó que el barrio adquiriera su realidad constructiva puede entenderse como una yuxtaposición de tramas temporales y diagramas de interacción, que construyen y dan cabida a múltiples variables, que involucran la pluralidad como un camino a la comprensión del contexto, de su paisaje urbano y variado, de la disputa de lo público-privado y de la diferenciación. En adelante veremos cómo una de estas variables, que definen lo material en el barrio popular, se puede entender en el tiempo y cómo éste se construye a partir de la relación dialéctica e intrínseca de lo abstracto (simbólico) y la materialización física (expresión) de la arquitectura -que han definido un territorio en el tiempo-, y también cómo se han encontrado sus actores en diferentes situaciones y dinámicas sociopolíticas que han terminado definiendo y redefiniendo su realidad urbana.
En la lucha por el acceso al suelo para proveerse de una arquitectura que dé cobijo para toda una vida, se presenta una serie de situaciones que envuelven el fenómeno y que determinan en gran medida cómo lo urbano se construye a lo largo del tiempo, mientras que el habitante se constituye como actor político dentro del territorio.
En el caso de la autoproducción del barrio Berlín, la delimitación de lo público y lo privado es una de ellas. Un territorio tan pequeño como el barrio actual empezó con dos de las formas características del asentamiento irregular: la invasión y la urbanización pirata.
En la evolución del barrio Berlín, la transformación urbana se dio por diferentes factores o grandes agentes movilizadores. En principio, mediante la venta informal de predios
¿Qué es lo público y lo privado, y qué significan estas concepciones? ¿Cómo regula esto la trasformación en el tiempo del territorio en el barrio Berlín, incluso sin estar presente un organismo planificador? ¿Hay una idea diferenciadora de estos conceptos que producen espacialidades y usos de las mismas de forma distinta, como resultado de la autoproducción? Josep Maria Montaner y Zaida Muxí parten de una definición de Hannah Arendt, según la cual “lo político surgió en la polis griega, pero la distinción de la relación público-privada se construye en la modernidad, cuyas relaciones se hacen más difusas a medida que se profundiza en el estudio de lo social.”
Se debe comprender que a lo largo de la historia, la definición de lo público y lo privado ha
ido marcando una línea divisoria que deslinda y confronta la forma de actuar del
sujeto como individuo y del sujeto en sociedad, desde el poder político y
económico. Éste ha llevado a valorar: “lo público como garantía de igualdad
legal y de oportunidades, de aportación de servicios, cobertura y bienestar […]
[y] lo privado como derecho a la propiedad, la privacidad y la intimidad,”
Con la regularización, después de la gran inundación y el relleno del antiguo cauce del río Cali, sucedió algo que pone de manifiesto la problemática expuesta en el enunciado anterior. ¿Cómo se determina la concepción de lo público y lo privado en un terreno que se rellenó?, el cual además era el antiguo cauce de un río (que se había invadido) al introducirlo en la trama urbana. ¿Quién podía reclamar la propiedad de estos terrenos?, ¿los antiguos vecinos que no fueron reubicados, los nuevos pobladores que seguían llegando al barrio, o la planeación municipal?, y, en específico, ¿qué uso debían tener estos predios?, ¿espacio público, recreativo o de equipamiento comunal?, ¿quién debía delimitar y determinar su uso?, y ¿cómo deberían intervenirse estas zonas de relleno? Ante la ausencia y la falta de determinación de las autoridades de planeación, la comunidad, organizada social y políticamente en las Juntas de Acción Comunal (JAC),
Los antiguos habitantes reclamaron sectores como privados y los delimitaron como propiedad individual, sectores que poco a poco se irían consolidando como manzanas; los líderes comunales y las JAC construyeron el proceso de negociación para mediar las fricciones y disputas sobre estos predios. Las disputas vecinales, los comentarios y los chismes generaron una atmósfera de tensión política dentro del barrio, que se vería exacerbada por la presencia a destiempo del Instituto Municipal de Reforma y Vivienda de Cali (Invicali), cuyo papel únicamente se limitaría a legitimar, por medio de documentos y actos administrativos, las decisiones de la comunidad; incluso las tergiversaría y acomodaría de acuerdo con la manera institucional.
Este proceso era distinto de lo que replicaban en la ciudad los organismos de planeación influidos por ideas de la academia, como los planes reguladores,
Este problema, sistemático para la época, escondía la forma arbitraria de actuar y la materialidad discursiva del poder administrativo local por medio de la elaboración e implementación técnica y especializada del conocimiento propio de una formación académica que resultaba inoperante. La rebasada planeación, al enfrentarse a otra manera de hacer ciudad y arquitectura, debía comprender cómo lo público y lo privado se construían desde otras dinámicas, desde otra forma de concebir la realidad espacial; en aquella arquitectura que se empezó a producir, que involucraba temas propios de la región (patios, antejardines, aleros, elementos climáticos, árboles y vegetación, entre otros); en estas “otras” arquitecturas que se producen desde lo común (comunidad), con procesos culturales
Estas delimitaciones tenían sentido únicamente en el barrio, porque en este territorio en evolución urbana estaban (y siguen) construyéndose. En la actuación de estas delimitaciones estaba implícita la particularidad de las características políticas y económicas, así como las tensiones, pugnas y el tironeo de intereses de la comunidad, que el gobierno local intentaba erróneamente ordenar por medio de dispositivos de control. Fue el caso de las exigencias del Departamento Administrativo de Planeación Municipal (DAPM), que trataban de extender un discurso cohesionador (morfológico y de legitimación de la propiedad), a fin de forzar que se entendiera ésta como la única y verdadera forma de consolidar el territorio.
Al enfrentarse a una verdadera organización comunitaria, todo esto chocaría con la construcción de un proceso social que llevaba años en el lugar, lo que provocó rupturas. El DAPM operó castigando la forma popular en la que se había hecho ciudad y determinó cómo debía ser, quién debía tener la capacidad de decisión y el dominio sobre lo público, y cuál debía ser la forma de delimitación y construcción. De manera que esta “planeación urbana” únicamente reprodujo desde su concepción una materialidad discursiva que en muchos casos no permitió que emergieran saberes distintos.
La arquitectura común y la planeación del barrio Berlín operó, y sigue operando, dentro de otros marcos, en los que el poder se construye dentro del sistema cultural, en el cual estas formas se prefiguran y se construyen otros modos de conocimiento que atienden la diferencia y la pluralidad, y por los que se llega a resultados diferenciados: espacialidades, materialidades y lenguajes arquitectónicos, y también a relaciones distintas con lo materializado. Con esto son atendidos modos de vida que se desarrollan en marcos culturales diversos, donde los saberes populares, el sentido común y el conocimiento práctico y pragmático permiten constituir una realidad material que se transforma en el tiempo, que nace del sujeto y de su devenir temporal como agente trasformador, y por ello no es una expresión absoluta, finita y canónica de una arquitectura especializada.
El proceso que lleva a la delimitación de lo público y lo privado ineluctablemente constituyó los rasgos de lo político y la política en el barrio.
Toda esta voluntad de organización social, por medio de las JAC como institución, también conformó distintas maneras de control sobre la sociedad que la creó, provocando inclusión o exclusión, y repercutiendo en la forma de concebir su propia manera de delimitar lo público y lo privado en la arquitectura y en el barrio. Así, la realidad política de la arquitectura del barrio se devela al comprender los procesos a lo largo de su historia y su materialización. Tanto el discurso presente como el ausente definen la realidad de un diagrama a la manera de Cedric o de las “finas capas que interactúan,” como mencionan Montaner y Muxí,
El sentido de la actuación política de las dos realidades discursivas, desde el poder del gobierno local y desde el poder cultural del barrio, se modela en una forma de actuación a partir del sentido de lo público y lo privado en la incongruencia de las dos partes. Por su lado, el discurso de planeación hizo ruido con la legitimidad de los predios y el énfasis en la demarcación de los mismos (escrituras públicas, registro catastral, nomenclatura para servicios); por su parte, las JAC consolidaron una forma de actuar en el espacio, delimitando cuáles terrenos debían destinarse a zonas verdes y espacios recreativos; por medio del conceso se decidió que hubiera una cancha de futbol y un parque recreativo con canchas de baloncesto y microfutbol, un parque arborizado y zonas verdes.
A la par de estas determinaciones también se instituyeron los mecanismos de defensa para consolidar esta idea y defenderla de las intenciones de vecinos oportunistas; en algunos casos, esta defensa no se pudo dar y algunos terminaron apoderándose de terrenos y legalizándolos ante el catastro (las negociaciones son aún más complejas, porque incluyen disputas familiares, herencias, derechos de posesión, entre otros asuntos), esto determinó el trazado y la morfología del barrio. Tanto la morfología irregular como la regular resultan de aquello que las materialidades discursivas del poder moldean en la producción de la ciudad; su influencia se manifiesta en lo urbano-arquitectónico y expone la incidencia de tan sólo una de tantas manifestaciones culturales en la conformación del lugar.
En este componente que ha determinado la consolidación de lo físico-espacial en el barrio se puede entender que todas las diferentes situaciones por las que atraviesa el proceso de consolidación, disputa y definición del territorio se dan en periodos prolongados de tiempo; en éstos se construye más que una realidad física, se constituye una realidad simbólica, que se debe entender como un proceso; así lo público y lo privado dependen de una construcción de lo político, acto que nace del individuo al reconocerse y situarse como sujeto social con un conocimiento profundo de las condiciones del lugar. Entonces, esta realidad material o física no obedece a postulados canónicos y permanentes; la materialidad de la arquitectura soporta la incertidumbre que implica ser sujetos que producen su propio “lugar en el mundo.”
El habitante se afianza en el territorio y estructura lazos y redes de reconocimiento; la identidad se forma en la confrontación, la disputa y la presencia del otro, cuya realidad permite conformar la propia. Por ello, lo que se construye en el tiempo no es sólo lo edificado, sino también el sentido que se le otorga a lo edificado; éste, al ser una construcción cultural, es mutable y susceptible de transformarse. También se hace evidente que al ser un constructo social, depende de su entramado, y que al llegar a romperse o desestabilizarse la construcción social y simbólica, se verá afectado, lo que necesariamente repercutirá en variaciones en la materialidad del barrio y a su vez le traza un camino incierto, que no depende de la solución urbano-arquitectónica, sino a la inversa: es el acto cultural el que determina el devenir, por ello la expresión arquitectónica popular siempre tiende a no permanecer igual.
Como en todo proceso social, el aspecto político repercute en las características del lugar. La producción social del hábitat del barrio Berlín contribuyó a que el individuo no sólo se vea representado como actor y sea convocado para solucionar las problemáticas evolutivas de su barrio, sino también para compartir una dimensión de lo político, con lo que se construye un reconocimiento del “yo” en sociedad y se reconoce como parte de una estructura social heterogénea y múltiple. Al hacerse múltiple, la dimensión política del habitante adquiere un sentido incluyente y un discurso con el cual el individuo se identifica dentro de su límite simbólico.
Este discurso, como constructo que nace desde el límite simbólico, necesariamente es un camino por descubrir. Plantea variaciones y matices distintos en cada sujeto, por lo tanto la necesidad y demanda de lo espacial, que nace desde el deseo y se moldea como opinión, son agentes catalizadores del cambio y la transformación, razón suficiente para seguir atendiendo la dinámica mutable de los sectores populares. Pareciera entonces que lo incierto se amalgama con lo no permanente en un trazo ascendente de transformación constante, mejoramiento y densificación del barrio Berlín.
Este trabajo se desprende de un tema mucho más amplio, desarrollado en la tesis de maestría
El barrio Berlín se encuentra actualmente en la Comuna 4, ubicada al norte de la ciudad de Cali, la principal ciudad del sur-occidente colombiano. El barrio forma parte del sector Fátima-Berlín-San Francisco, que empezó a formarse a partir de procesos irregulares, o mal llamados “informales,” a mediados de los años cuarenta, en el costado sur de la ronda del antiguo cauce del río Cali y en medio de la zona industrial de la Carrera 1 de ese entonces. Este sector se conoció en la ciudad con el apelativo despectivo de “Barrio Chino”, por la tergiversación de sus características físicas (alta densidad y escases de servicios básicos) y sociales (inseguro, violento y “pobre”). El desarrollo de asentamientos que invadieron o fueron urbanizados de manera ilegal en zonas o predios de los llamados “ejidos de Cali” surge como respuesta coyuntural a la crisis de acceso a la vivienda que ha enfrentado Cali por el crecimiento acelerado de la población urbana de entonces. Hoy, el barrio Berlín es un sector consolidado y densificado muy cercano al centro de la ciudad y a otros equipamientos de escala metropolitana.
En Cali, toda esta situación coyuntural, donde la clara ausencia del Estado para atender una necesidad apremiante como la vivienda provocó los procesos de invasión y urbanización ilegal, junto con el descontento de grandes grupos de campesinos y obreros, apoyados por algunos caudillos y concejales, dio origen al “movimiento de los destechados” en los años cuarenta, movimiento que se convirtió en parangón de la lucha del pueblo por el acceso a la vivienda en Colombia y que terminaría con la expedición de la Ley Barberena, en 1948.
Los ejercicios arquitectónicos y urbanos del Team X involucraban concepciones acerca del crecimiento y la evolución progresiva de las ciudades y su arquitectura, todo esto, claro está, contenido en los esquemas planteados por los arquitectos, pero es sólo hasta entonces cuando se empiezan a involucrar conceptos como el crecimiento, la transformación y las dinámicas sociales, que se hacen evidentes en la arquitectura y son visibles en proyectos como los planteados por Aldo van Eyck y Alison y Peter Smithson.
El tema de cómo aborda Oriente, y en espacial Japón, la dimensión del tiempo es muy interesante para nuevas exploraciones sobre la relación tiempo-arquitectura, y que hoy se ve reflejado en las posturas contemporáneas, experimentales y conceptuales de algunos jóvenes exponentes del
Parafraseando a Mies van der Rohe en su artículo “¡Arquitectura y voluntad de época!” [titulo original: “
Ver construcción teórica en el capítulo I de la tesis:
Urbanización pirata es una forma ilegal de venta de predios, en la que una persona oferta y vende un título de posesión que en muchas ocasiones resulta ser falso o no tener sustento legal.
“Especie de bambú muy grueso y alto, con púas y canutos de cerca de medio metro,” Real Academia Española,
La ocupación del sector Fátima-Berlín-San Francisco se inició a finales de los años cuarenta. En la primera mitad de los cincuenta, con la llegada de más población campesina u obrera ligada por lazos de familiaridad o compadrazgo, el sector se densificó por medio de la subdivisión y venta informal de predios. Debe aclararse que los predios ejidales en Cali presentan una condición diferente que en México, lo que significa una discusión sobre el dominio de algunos predios que viene desde la colonización española.
En 1955 empiezan las obras de canalización del río Cali. Corporación Autónoma del Valle del Cauca (CVC) comenzó la obra con el trazado un nuevo cauce lineal entre la actual Calle 25 y la Calle 52, dejando el trazo sinuoso del cauce natural seco. Estos predios fueron reclamados por la vía de hecho, por los destechados, lo que dio inicio a un proceso acelerado de invasión de la antigua franja. En tan sólo una década, en el sector se consolidó un asentamiento altamente densificado; también hubo terrenos altos y planos aptos para urbanizarse. La trasformación de las condiciones naturales del río también propició la urbanización ilegal y así surgió gran parte del barrio Berlín.
La contención del caudal en el nuevo cauce nunca fue suficiente y en épocas de lluvia el río se desbordaba, dirigiéndose hacia el antiguo cauce, por ello gran parte de las construcciones eran palafíticas (levantadas del piso a más de un metro) para prevenir posibles desastres; no obstante, el 21 de mayo de 1971, dadas las fuertes lluvias en la parte alta del río Cali que incrementaron intempestivamente el caudal, el río se desbordó e inundó hasta la cubierta construcciones de dos niveles ubicadas en la parte baja. La tragedia fue noticia nacional. Los damnificados fueron reubicados en el actual barrio San Marino, aunque muchos se opusieron a la reubicación o simplemente no la aceptaron; aquéllos que se quedaron conformaron el actual barrio Berlín, ya que todo el barrio antiguo se rellenó con escombro y se construyó un talud de contención (jarillón) para el caudal del río, a fin de evitar nuevas tragedias.
Las JAC son organismos político-administrativos que operan en una escala de barrio; eligen un representante o presidente, quien es el vocero y gestor directamente ante la municipalidad o por medio de la participación directa en las Juntas de Acción Local (JAL), que asocian los barrios de cada comuna. Así, este sistema de representación política permite incidir en cada unidad administrativa del territorio urbano: el barrio, la comuna y la ciudad.
Esto se puede ampliar al revisar los proyectos de “Cali futuro”, planteado por Karl Brunner, y el Plan piloto de Cali, de Town Planning Associates.
Se entiende por poder cultural las características particulares de los saberes que se han conformado en la sociedad, y que dada su estrecha relación, son las maneras de conformar su “lugar en el mundo,” son muestra irrefutable del conocimiento local.
La arquitectura especial, como lo plantea Saldarriaga, es toda aquélla que resulta de un lenguaje y conocimiento especializado, construido desde la academia y la enseñanza de la arquitectura. Ver
Retomando los conceptos de Mouffe, cuando define lo político como “la dimensión del antagonismo que es constitutiva de las sociedades humanas,” y entendiendo la política como “el conjunto de las prácticas e instituciones a través de las cuales se crea un determinado orden, organizando la coexistencia humana en el contexto de la conflictividad derivada de ‘lo político.’”