De entre la inmensidad de obras en el fraccionamiento Jardines del Pedregal, proyecto elaborado por Luis Barragán en conjunto con los hermanos Bustamante, hablaremos de una obra elaborada por los arquitectos Martín L. Gutiérrez y Carlos Gosselín, bajo el nombre de la firma Gosselín-Gutiérrez, que, en palabras del arquitecto Martín Gutiérrez hijo, es “una de las mejor conservadas, permanece como maqueta.” No hay muchas obras de estos arquitectos que hayan sido publicadas, debido a la modestia por parte de ambos, pero, aunque no haya publicaciones sobre ellos, los arquitectos tienen una cantidad vasta de proyectos, como en el Pedregal, al igual que en otras partes de la Ciudad de México y unos fuera de la ciudad. Algunas de estas obras incluyen los dos primeros autocinemas en la metrópoli, residencias en las Lomas de Chapultepec, hospitales, escuelas, edificios para industria, entre otros. En 1974 se dio por terminada la sociedad entre los dos arquitectos, ya que siguieron distintos caminos: Martín L. Gutiérrez creó una firma con sus hijos Martín y Gerardo, llamada Gutiérrez Arquitectos, y Carlos Gosselín construyó un hotel boutique en la Riviera Maya, donde vive la mitad del tiempo (también reside en Miami). Tienen una buena relación, aunque ya no sea cercana.
La casa en la que nos estamos enfocarnos, referida como Casa en Crestón en el libro
El fraccionamiento presenta una mezcla de ideas arquitectónicas nacionales e internacionales, las cuales buscaban hacer del Pedregal un paisaje de mexicanidad al incluir la piedra volcánica del lugar, producto de la erupción del volcán Xitle que dio pie a los jardines rocosos. La tectónica del lugar se basa en la arquitectura del movimiento moderno internacional, específicamente la estadounidense, como la de Richard Neutra en California y la de Frank Lloyd Wright, en la Casa de la cascada; la intención o idea primaria que tenía Barragán era crear casas que convivieran y se desarrollaran entre estos jardines rocosos.
Tuvimos el placer de platicar con la dueña de la casa, la señora Guajardo, quien encomendó, junto con su esposo, el proyecto de la casa para ellos y sus cuatro hijas a los arquitectos Gutiérrez y Gosselín. En un principio, la pareja buscaba comprar una casa ya construida. Originalmente se habían decidido por una en la calle Cráter, de los mismos arquitectos, localizada cerca de lo que actualmente es la zona comercial; después de un tiempo decidieron, junto con el arquitecto Gutiérrez, que lo más conveniente era diseñar y construir una casa que se adecuara totalmente a sus necesidades. Para el diseño, los arquitectos los llevaron a visitar otras de sus obras dentro de Jardines del Pedregal, para enseñarles el estilo tan distintivo que habían desarrollado en las casas de la zona y que los Guajardo pudieran escoger lo que les agradara para su casa.
El arquitecto Gutiérrez consiguió un terreno de 1 750 m2, el cual abarcaba un lote y medio localizado en la calle Crestón. La señora Guajardo nos contó que tenía, como todos los terrenos del Pedregal, una superficie rocosa. Debido a uno de los requerimientos de la pareja, el terreno se allanó, ya que para el señor Guajardo era muy importante tener un jardín que se pudiera vivir, que tuviera una mayor jerarquía y no fuera sólo un elemento decorativo, como frecuentemente pasaba en muchas casas del Pedregal. Para nivelar el terreno se consiguieron varios camiones de la tierra que se estaba excavando para la construcción del Periférico, lo que abarató los costos. El jardín no sólo tuvo una marcada jerarquía en el diseño del proyecto, sino que también una gran importancia en la vida de la familia, ya que en él se llevaron a cabo diferentes eventos familiares a lo largo de los años, como las fiestas infantiles -de las cuatro hijas y después de los nietos-, las bodas, las primeras comuniones, entre otros, además de los juegos cotidianos de los niños y los vecinos de la calle. Así se puede ver cómo el jardín no sólo tiene una importancia en el diseño, sino también en los acontecimientos cotidianos que pasan a ser parte de la vida del mismo espacio.
En el diseño de la casa se puede percibir el conocimiento de la arquitectura de Richard Neutra. La casa se sitúa en el costado norte del terreno, lo que bloquea dicha orientación y crea una fachada prácticamente ciega que da a la calle, mientras que permite una fachada de cristal hacia el sur, lo cual hace que la temperatura de los espacios sea agradable. Se tiene una planta en forma de L, que logra que las vistas de la casa se dirijan hacia el espléndido jardín. La planta se conforma de una estancia-comedor, sala de televisión, cocina, desayunador, tres recámaras (dos para las cuatro hijas, que por parejas comparten recámara), cada una con su baño y vestidor propios, y una principal para la pareja (igualmente con baño y vestidor), dormitorio de servicio y cochera para dos autos, todo en una sola planta y con un total de 400 m2 de construcción. En la distribución de los espacios del lado corto de la L se ubicaron las áreas públicas: el comedor y la sala. La cocina, el patio y el cuarto de servicio se localizan en el codo de la L. En la parte larga se encuentra la sala de televisión, como transición entre la zona privada y la pública. Posteriormente están las dos habitaciones de las hijas y, al fondo de la casa, la recámara principal. Entre la sucesión de espacios se integraron patios que permiten tener iluminación y ventilación en puntos claves, como en el pasillo que comunica las recámaras. De la misma forma, se le da una vista al desayunador y al acceso de la cocina, el cual se encuentra frente a la entrada principal de la casa. Dicho remate visual se solucionó con el patio a mano izquierda y una pérgola que permite la iluminación cenital del vestíbulo de acceso; en continuidad con el ritmo de la pérgola hay una serie de huellas de madera sobrepuestas en una cama de piedra bola, lo que nos da una visual agradable al momento de entrar a la casa.
Hablando de la tectónica de los espacios y del cuidado de los detalles, se puede observar que la fachada principal hacia la calle es prácticamente una fachada ciega, pero se crea un aparente vacío entre la losa y el muro, el cual se une con un vidrio a hueso que deja entrar una iluminación muy sutil en el área de estar y da ligereza a la fachada. También podemos ver cómo se alude a la arquitectura de Neutra con la prolongación de las vigas hacia el jardín, lo cual crea unos tentáculos que hacen la conexión entre arquitectura y naturaleza. Debido a la transparencia de la fachada que da hacia el jardín y la disposición de los espacios, los baños de las habitaciones de las hijas daban hacia dicha fachada; los arquitectos solucionaron este problema al colocar en un segundo plano tres muros flotados que crean un pequeño patio, el cual comunica ambos baños y permite que se tenga una iluminación y ventilación naturales; al mismo tiempo, este segundo plano brinda un movimiento distintivo en la fachada y se crea un espacio exterior íntimo para los baños con cristal de piso a techo. Otros detalles que se observan en la casa son las guías que se colocaron en los pisos y cómo éstas coinciden con las de los muros; sin importar si hay un cambio de material o volumen, éstas siempre se respetan.
En el diseño de la casa hubo una gran interacción entre los arquitectos y el señor Guajardo, lo que dio como resultado que el diseño cumpliera las demandas y los deseos de sus habitantes, incluso no sólo sus inquietudes del momento, ya que también se tuvo una visión a futuro. Se consideró que si en algún momento la pareja llegara a tener un hijo más, había el espacio necesario para construir un cuarto adicional; también la amplitud de las circulaciones se decidió al tomar en cuenta que, de necesitarse una silla de ruedas, ésta pudiera circular dentro de la casa sin ningún problema.
Una casa se compone simplemente de muros, losas y espacios vacíos; sin las personas que la habitan, ésta es simplemente una casa, pero cuando se le agrega el elemento del habitante, se convierte en un hogar. Esto es de suma importancia para el carácter de la arquitectura, el cual no sólo se obtiene con el diseño de los espacios, también se lo da la familia que los vive cotidianamente. En este caso específico se puede ver cómo el usuario hace uso de los espacios no sólo al vivir ahí, también cuando se los apropia y dispone los arreglos que quiere en los muros.
El ejemplo más claro de lo anterior, es un pequeño poema que los abuelos decidieron colgar en la sala de televisión, escrito por uno de los nietos de la pareja, en el cual se lee: "casa de los abuelos también es una casa, que sin los abuelos, sería sólo una casa."