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El torrente militarista desde el 11/s: características y costos

 

Resumen:

Bajo el concepto de torrente militarista, este artículo analiza los acontecimientos acaecidos a raíz del 11 de septiembre de 2001 (11/S) y su complejidad a la luz de revelaciones recientes, desde las autorizaciones para el uso de la fuerza militar a su expresión en guerras de agresión contra Afganistán, Iraq y un total de siete naciones, según el testimonio del General Wesley Clark. También se incluye una sección sobre las vastas operaciones golpistas (regime change) de Estados Unidos, con base en el ejemplo de la operación “Venezuela Freedom 2”, las cuales son guerras y operaciones por los recursos naturales, ante enemigos reales o imaginarios, internos o externos, en el contexto de una economía -y sociedad- en permanente movilización de guerra, que presenta altos costos fiscales para la propia economía estadounidense.

Abstract:

Under the concept of a militaristic torrent, this article analyzes the events that took place in the wake of 9/11 and its complexity in the light of recent revelations, from the authorizations for the use of military force to its expression in wars of aggression against Afghanistan, Iraq and a total of seven nations, according to the testimony of General Wesley Clark, as well as a vast Southern Command´s “regime change” operation against the Venezuelan government. They have been wars and operations over natural resources, against real or imaginary enemies, internal or external, through a permanent mobilization for war with high fiscal costs for the US economy.


Militarización y continuidad después del 11/s

“ESTOY DE PIE, oponiéndome a una guerra no autorizada, no declarada e inconstitucional. Lo que tenemos ahora es básicamente una guerra ilimitada, a ser librada en cualquier momento y en cualquier sitio del orbe. […] Nadie con una pizca de honestidad intelectual cree que estas autorizaciones permiten las guerras que estamos librando en siete países”.1

Así se expresó el senador Rand Paul luego de que el Senado de Estados Unidos de América (EUA) rechazó, el 12 de septiembre de 2017, una enmienda suya, con endoso de un colega demócrata, a la Ley de Defensa Nacional 2018, en la que se formalizaría el finiquito, en seis meses a partir de su aprobación, de la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar (AUM, por sus siglas en inglés) de 2001 y 2002. Esta AUMF, totalmente fuera del Derecho Internacional, de la Carta de las Naciones Unidas y de su Consejo de Seguridad, se “formalizó” al calor de los no aclarados ataques del 11 de septiembre de 2001 (11/S) a las Torres Gemelas y al Departamento de Defensa (DoD, por sus siglas en inglés) o Pentágono.

Las dos Cámaras, por medio de la AUMF 2001, “autorizaron” al Ejecutivo, en aquel momento encabezado por George Bush II y Richard Cheney, a “usar toda la fuerza necesaria y apropiada contra aquellas naciones, organizaciones o personas que [el presidente] determine que han planeado, autorizado o cometido o ayudado en los ataques terroristas que ocurrieron el 11 de septiembre 2001 o que han dado abrigo a tales organizaciones o personas”.2 Bajo la primera de esas AUMF, el Pentágono, con apoyo y participación británica por decisión del Primer Ministro Tony Blair, inició, el 7 de octubre de 2001, el bombardeo contra Afganistán, seguido de su ocupación militar. Posteriormente, con la AUMF 2001 y 2002, EUA lanzó la guerra de agresión contra Iraq el 19 de marzo de 2003, bajo el argumento de que Iraq poseía y estaba dispuesto a usar armas de destrucción masiva. 3 Esta narrativa, según inspectores de las Naciones Unidas, resultó falsa y fue ineficaz para concitar apoyo alguno de Alemania y Francia (ver más adelante).

El 11/s: ruta hacia guerras por los recursos naturales, los costos al fisco y al medio ambiente

No es desde la mano invisible del mercado sino desde el puño visible del Pentágono, que, en el siglo XXI, EUA procura el acceso a los recursos que van quedando sobre la corteza del planeta. Ahí donde se localizan los yacimientos o las selvas tropicales, ahí hay despliegues de bases y operaciones militares. Que esto ocurra en torno al control y usufructo de los combustibles fósiles y en medio de síntomas graves e inequívocos de que ya el colapso climático antropogénico (CCA) está en curso, es de lo más significativo por ominoso, teniendo en cuenta que se trataría de recursos tan vitales como el agua, la biodiversidad, la alimentación, los minerales y los metales. Un cuadro global se perfila con claridad si los letales combustibles fósiles y los intereses vinculados con la máquina de combustión interna siguen lanzando anualmente a la atmósfera la friolera de 40,000 millones de toneladas de CO2 equivalente (GTy).

Los ataques del 11/S, todavía sin aclaración pública, fueron utilizados tanto para obtener los mencionados “poderes de guerra” (AUMF), como el posterior despliegue de acciones militares no solo sobre Afganistán y en marzo de 2003 contra Iraq, sino sobre un total de siete naciones en Oriente Medio y Norte de África, según declaró en entrevista con Amy Goodman en Democracy Now el General Wesley Clark, ex-Comandante Supremo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN): son revelaciones que Clark conoció a solo diez días de los ataques 11/S. A continuación párrafos claves de esa histórica entrevista: General Wesley Clark a Amy Goodman:

Cerca de 10 días después del 11/S, fui al Pentágono y vi al Secretario Rumsfeld y al Subsecretario Wolfowitz. Luego bajé las escaleras para saludar a gente de la oficina del Estado Mayor Conjunto que solía trabajar para mí y uno de los generales me llamó y me dijo: ‘Señor, hemos decidido ir a la guerra contra Iraq’. Esto ocurrió cerca del 20 de septiembre. Yo dije: ‘¿Vamos a la guerra contra Iraq? ¿Por qué?’ Contestó: ‘No lo sé’. Así que le pregunté: ‘¿Encontraron alguna información que conecte a Saddam con Al Qaeda?’ Contestó: ‘No, no. No hay nada nuevo en ese sentido…’ Pocas semanas después, volví a visitarlo, cuando ya estábamos bombardeando Afganistán. Le dije: ‘¿Todavía seguimos en guerra contra Iraq?’ Y contestó: ‘Oh, es peor que eso’. Tomó una hoja de papel de su escritorio y me dijo: ‘Acabo de recibir esto hoy, de arriba’ -es decir de la oficina de la Secretaría de Defensa- y agregó: ‘Esto es un memo que describe 20 cómo vamos a atacar a siete países en cinco años, empezando con Iraq y luego Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán y terminando con Irán’. Le pregunté: ‘¿Está clasificado?’ Me contestó: ‘Si señor’. Entonces le dije: ‘No me lo enseñe…’”.4

No es difícil saber dónde, aunque sea más importante el “cuándo” fueron planeadas esas guerras. La información pública indica que un año antes de asumir como presidente, Bush se había declarado por una guerra contra Saddam. Es conocido que integrantes del Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense (Project for a New American Century, PNAC)5 habían elaborado un documento donde mencionaban que para poder realizar la “transformación profunda” deseada por los neoconservadores, sería como respuesta a un “acontecimiento tipo Pearl Harbor”. Seguro que el “Hado”, o alguna fuerza hipotética, decidió, una vez sacado del juego al ambientalista Al Gore, crítico de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, regalar a unos integrantes del PNAC ya instalados en los puestos de mando, con una imperdonable y bárbara salvajada que, para empezar cegó 3,000 vidas y abrió las puertas a todavía más infierno en los siete países mencionados, abonando a la acumulación de tragedias conectadas a una Pax Americana lanzada desde agosto de 1945 por Harry Truman, en poco minutos haciendo ceniza y radiando a la población e infraestructura de las ciudades japonesas Hiroshima y Nagasaki.

Una viuda del 11/S, desde el Hufftington Post, sintetizó un aspecto nodal de los atentados, una vez que Barack Obama, a mediados de 2016, desclasificó 29 páginas de la Investigación Conjunta del Legislativo sobre los Ataques del 11 de Septiembre. Estas páginas fueron declaradas “secreto de Estado” y colocadas bajo vigilancia en una bóveda en el sótano del Congreso, con acceso solo a senadores y diputados y sin autorización de llevar cámaras fotográficas, plumas, papel o tomar notas. Arabia Saudita y altos, medios y bajos cargos de su diplomacia fueron nombrados en esas reveladoras páginas de la Comisión ahora públicas, aunque todavía con párrafos censurados. Al respecto, la viuda escribió:

El presidente Bush no quiso que el reino de Arabia Saudita fuera investigado. El presidente Bush tiene lazos profundos con el reino y su familia real y solo quería proteger al reino. El presidente Bush quería hacer la guerra contra Iraq, no contra Arabia Saudita […] Las 29 páginas mencionaban términos como ‘Saudi’ y ‘Bandar’ en lugar de ‘Hussein’ e ‘Iraq’. Entonces esas 29 páginas fueron un gran problema para el presidente Bush”.6

Hubo una concertación de esfuerzos del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) y del gobierno de Bush para mantener cualquier evidencia incriminatoria de los sauditas, fuera del foco de atención de la investigación de la Comisión. Ni Iraq, ni nación alguna de las siete mencionadas por el general Clark, aparecen en la investigación. Pero fue bajo el impacto del 11/S y el despliegue de fuerza contra una nación sin conexión con el 11/S,7 que la presidencia de Bush II obtuvo esos “poderes de guerra” para cubrir con un manto de “legalidad” insostenible bajo el Derecho Internacional y el mismo Derecho Constitucional de los EUA,8 que se procedió contra Afganistán e Iraq, con el argumento de que el gobierno de Sadam Hussein tenía y contemplaba el uso de “armas de destrucción masiva”, planteamiento que resultó falso.

Bajo el halo del 11/S, EUA practica de manera intensa una unilateralidad bélica vinculada con el pico petrolero (peak oil) y, años después, a lo que Richard Heindberg del Post Carbon Institute llama peak-everything9 (pico-todo), ya con los indicios más contundentes de los efectos del calentamiento global, la penuria de las vetas de minerales y metales y la generalizada declinación de recursos naturales, empezando por el petróleo y el gas natural convencional, vitales a un régimen económico global, el capitalismo, con profundos vínculos con los combustibles fósiles. Esas guerras de agresión también se vinculan a las transformaciones tectónicas observadas en la ecuación mundial de poder, bajo una creciente multilateralización en esferas tanto económico-tecnológicas como militares. Esos operativos, al margen, insisto, del Derecho Internacional y del Consejo de Seguridad (aunque EUA sea firmante de la Carta de la ONU), se realizan bajo coartadas varias: la guerra antiterrorista o la guerra al narcotráfico.

Al tiempo que Washington rechaza las Convenciones de Ginebra, ataca Afganistán y miente al mundo sobre las armas de destrucción masiva, luego bombardea e invade Iraq. A la luz de la AUMF, resulta todavía más grave y explosivo enterarnos de que Bush ocultó la activa participación de Arabia Saudita en el 11/S y que luego, él y su sucesor se fueran sobre Libia, Siria, Yemen y Sudán. Por su riqueza fósil y cercanía a sus refinerías, la mira de EUA y del big oil sigue en México, Canadá y Venezuela, esta última nación sometida a una brutal intervención golpista desde el Comando Sur del Pentágono (ver adelante) y los grandes medios corporativos (CNN, DW, agencias noticiosas excepto TeleSur) en pos del control y usufructo de su vasta reserva, bajo registro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de ser la de mayor magnitud mundial.

Al lado del TLCAN, hay acuerdos de facto que acoplan a México con los principios de la política exterior y de seguridad de los EUA. ¿Qué principios? 1) Avalar la doctrina de “autodefensa anticipatoria” o guerra preventiva, en desacato al derecho internacional, y, 2) aceptar la doctrina straussiana contra la función de defensa nacional, desviando las fuerzas armadas hacia funciones policiales. Recordemos que el Estado de excepción interno se estableció en EUA bajo la Ley Patriota y, luego, la Ley Marcial John Warner Defense Authorization Act, de 2007, que permiten al Ejecutivo usar a los militares en tareas propias del Ministerio Público. Con una partida de 3,000 millones de dólares y un Felipe Calderón en Los Pinos, se puso en marcha la Iniciativa Mérida, arreglo de facto fuera del Derecho Internacional y de la jurisdicción y vigilancia legislativa mexicana. Hoy, la Ley de Seguridad Interior de PRI y PAN, nos homologaría con las leyes del Department of Homeland Security (DHS) en el contexto de operativos del Comando Norte y del DHS ¡para “proteger” la vasta infraestructura Pemex/CFE, en traspaso a los huachicoleros del big oil!

El nombramiento de Rex Tillerson (Exxon/Mobil) en la Secretaría de Estado y del general John F. Kelly, ex jefe del Comando Sur, al DHS, es parte del asalto oligárquico-imperial contra el manejo nacional del petróleo venezolano y que los astutos de acá van dejando del sector. ¿Por eso Kelly va en contra de la izquierda mexicana? Se puede seguir paso a paso el guion golpista de Kelly contra Maduro en la Operación Venezuela Freedom 2.10 Ahí, un gran lector de partituras como el director de orquesta Gustavo Dudamel verá que Luis Almagro, de la Organización de Estados Americanos (OEA) -un viejo instrumento imperial-, pactó con Kelly en 2015 para aplicar la Carta Democrática contra Venezuela, y que la oligarquía y su Mesa de la Unidad Democrática (MUD) siguen el libreto imperial: generan crisis alimentaria, de medicinas, agua, electricidad y otros bienes esenciales, como en el golpismo Nixon/Kissinger contra Allende. En ese guion, Kelly incluyó el uso de la mud para hacer chillar las calles con violencia encapuchada, culpando a Maduro desde las progolpistas CNN y la DW de Berlín, de cuanto herido, muerto, escasez, desperfecto o desabasto ocurra. Tanto en lo interno de Venezuela como en lo regional, los hechos y narrativas en medios se aproximan de manera cínica a la partitura de esa operación que desnudó cómo se fragua el gran saqueo contra Venezuela. Los sucesos diarios hacen patente una diplomacia de fuerza, parte y parcela del acelerado desplome hegemónico de una potencia ante los riesgos existenciales de hoy, sin sustento moral y científico en los altos puestos de mando.

Si la Operación Venezuela Freedom 2 deja ver el complot Kelly-Almagro-mud al servicio del big oil, no nos limitemos a explicar al belicismo de EUA o a Trump, como resultado de una aberración fascistoide. Es peor que eso. Se trata del desplome hegemónico del capitalismo monopólico-financiero lanzado a la explotación de los recursos, incapaz de frenar el arrastre de los poderes fósiles al abismo. El golpismo de Kelly/Exxon por el crudo venezolano va al lado del negacionismo de Trump. La cada vez más delineada demolición controlada de las Torres Gemelas, las carnicerías de EUA y el ascenso de los generales, aceleran el desplome. En un mundo multipolar y calentándose sin control, la ruta es otra.

Las AUMF de Bush II a Trump

El rechazo del Senado a la propuesta de Rand Paul para abrogar las mencionadas autorizaciones no es un acontecimiento menor, sino ominoso. Después de todo, Obama también usó la AUMF 2001 para participar en la ofensiva de la OTAN (concebida y articulada desde su inicio por EUA) contra Libia, precisamente el 19 de marzo, pero de 2011. La Operación de EUA se denominó Odyssey Dawn. En otra ocasión, nos referimos al proceso detectado desde el gobierno de Truman (19451953), que se fue perfilando junto al ascenso del aparato de seguridad militar en EUA, consignado en la Ley de Seguridad Nacional de 1947 y el análisis sociológico de C. Wright Mills11 hasta la administración de George W. Bush (2001-2009), en la paulatina transformación de la “presidencia imperial” en autocracia.12 Ya a finales de 2005, cuando la opinión pública mundial recibe múltiples informes de los horrores que se perpetraban diariamente contra la población iraquí, la instauración de un vasto programa de campos de concentración y de tortura en bases militares, como Guantánamo y buques de guerra de EUA, fue calificado por Amnistía Internacional, en su informe sobre derechos humanos en el mundo de 2005, como un “gulag estadounidense” (American gulag), diseminándose la percepción de un régimen de Pax Americana abiertamente dictatorial.

Pese al rechazo mundial a este esquema criminal, la guerra de agresión, la ocupación militar, la represión y el intervencionismo se mantuvieron con Obama (2009-2017) y adquirieron rasgos de creciente intensidad y todavía mayores riesgos a la paz y las naciones del mundo y la región latinoamericana con el arribo de Donald Trump, en enero de 2017. Ahora no son tan infrecuentes las advertencias sobre el asentamiento de una “junta militar” en la Casa Blanca, en particular por la prevalencia de generales en la articulación de la política internacional, acompañados por un ex-gerente de la principal petrolera de EUA: Rex Tillerson, ex-CEO de Exxon/Mobil. El resto del gabinete vinculado con la seguridad internacional incluye al jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Joseph Dunford; al secretario de Defensa James Mattis; al Consejero de Seguridad Nacional H.R. Mc-Master; y al nuevo Chief of Staff de la Casa Blanca, el general John Kelly.13

Para tranquilidad de los grandes capitalistas, el 0.1%, es decir, los altos inversionistas en el sector bélico-industrial, en la industria de los combustibles fósiles, o en la industria alrededor del motor de combustión interna, con una votación de 61 a 36, la legislatura dio luz verde a la continuidad de una guerra sin fin, bajo el principio de que “puede ocurrir en cualquier lugar y tiempo y contra cualquier nación que ejerza jurisdicción sobre la riqueza fósil o mineral: es una plataforma de crisis hegemónica en la que cualquiera puede ser el enemigo en cualquier momento”.14 Frente a ello, uno naturalmente se pregunta si el Pentágono bajo Trump necesita la vigencia de la “autorización” de 2001/2002 para los próximos meses. La respuesta no se hace esperar. Ya el magnate Trump lanzó cohetes contra Siria, en fechas recientes amenazó a Corea del Norte con “un fuego jamás visto en la historia” y a pocas semanas de que asumiera la presidencia de EUA, refiriéndose a Venezuela, dijo de paso que “esto lo vamos a arreglar” (we´re going to fix that). Meses después, aclaró cómo “arreglaría” lo que su aparato de inteligencia está promoviendo en esa nación sudamericana: “La gente está sufriendo y está muriendo. Tenemos muchas opciones en Venezuela, incluyendo una posible opción militar en caso de ser necesario”.15 No mencionó las operaciones especiales y clandestinas que su gobierno, en estricta continuidad con sus antecesores (Clinton, Bush y Obama), “implementa” contra Venezuela, sede de la mayor reserva petrolera del mundo.

El torrente imperialista: antes y ahora

Como indicamos en otra oportunidad,16 el “torrente imperialista” no es asunto menor ni nuevo, como se ilustra en la larga lista de violentos golpes de Estado: desde el perpetrado por la diplomacia de fuerza de EUA, en pos de la riqueza de la Anglo-Iranian Oil Company nacionalizada por Mohamad Mossadegh, cuyo gobierno fue derrocado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y por el espionaje británico en 1953;17 el golpe contra el gobierno guatemalteco de Jacobo Arbenz, inspirado por la United Fruit Company en 1954; los golpes que se dieron contra los regímenes democráticos y legítimos del dominicano Juan Bosch, en septiembre de 1963, y del brasileño João Goulart, en 1964; o la atroz desestabilización y destrucción del gobierno de Salvador Allende, en 1973, con el cobre chileno en mente, a cargo de Henry Kissinger, asesor de Richard Nixon y posterior Secretario de Estado, quienes han sido llamados por Gregorio Selser18 como “Nixinger”, cuyos dotes de criminalidad de Estado y alta nazificación es un rosario de asaltos militares y regímenes de terror a lo largo de los años setenta, en Argentina y Uruguay. Estos procedimientos y eventos son muestra, ad nauseam, del poco entusiasmo de la élite estadounidense por las formalidades de su Derecho Constitucional y del Derecho Penal Internacional o Comercial, como en el caso del histórico bloqueo a Cuba, y, ahora, en las sanciones a Caracas decretadas por Trump, que, a decir de Peter Koenig, representan “un golpe económico”, una “abierta guerra financiera” contra Venezuela.19 ¿Sigue para Caracas, prepararse para escenarios militares, como lo advierte Koenig?

El torrente imperialista es una tendencia histórica que se recrudece y, ensangrentada, se intensifica y amplifica bajo el impulso del 11/S, en la dirección de “guerras de agresión” -el mayor crimen derivado de los Juicios de Nuremberg, formalizado bajo el Derecho Internacional vigente-.

En varias entrevistas, el General Clark relaciona la intervención bélica de grandes potencias (como los EUA) en regiones o países al acceso a recursos de alto valor estratégico como el petróleo, pero también el cobre, cobalto, hierro, sulfuro, litio, plomo, plata, zinc, niobio y tierras raras. De ahí la unilateralidad bélica en Afganistán, donde se encuentran concentrados los minerales enumerados y, en general, en Oriente Medio, el norte de África y el Golfo Pérsico.20 El establecimiento del Comando África también se relaciona con la fiebre extractivista del siglo XXI.

Con la excepción de Irán, el resto de países en la “lista” mostrada a Clark ya han sido objetos de la “atención y acción” encubierta y abierta de Washington.21 A la sangrienta invasión, devastación y posterior ocupación militar de Iraq, ordenadas por Bush/Cheney en 2003 hasta la actualidad,22 siguieron operaciones de comandos secretos de EUA en Sudán, detectadas por los medios al menos desde el año 2005.23 En Somalia, EUA realizó operaciones clandestinas que incluyeron ataques con cohetería, dadas a conocer en 2007.24 Con Obama y Hillary Clinton en calidad de Secretaria de Estado, se ordenó la devastación de la población e infraestructura de Libia y el asesinato de Gadafi, festejado por Clinton. Se procedió sin autorización legislativa y se iniciaron con la OTAN acciones militares, incluidos bombardeos, en la guerra civil de Siria, con operaciones y colocación de bases sin autorización del gobierno sirio.25

En relación con Irán, cabe recordar que ha sido un objetivo de la retórica guerrerista que se intensifica en tiempos electorales. El punto central al que llevan diversos análisis sobre la agitada dinámica interna de la Casa Blanca de Trump es la continuidad del torrente imperialista en materia de política doméstica e internacional de seguridad. James Petras, al preguntarse quién gobierna Estados Unidos, acierta cuando sintetiza el resultado de los abruptos cambios en la cúpula de la administración Trump durante sus primeros ocho meses de presidencia, en la restauración de “lo peor de todos los mundos: la política Clinton-Bush-Obama-Trump de guerras múltiples permanentes, incrementando las confrontaciones con Rusia, China, Irán y Venezuela, la desregulación de la economía estadounidense por parte de Trump y recortes fiscales masivos para los grandes negocios.”26

Aunado a lo anterior, es necesario agregar que ese torrente imperialista, con alto riesgo de intensificación bélica y por estar en medio de los accesos al petróleo/gas natural convencional, junto al negacionismo climático de Trump, es de grave riesgo para la biota global, pues la actitud de Trump está dirigida a corregir, censurar o reprimir a la comunidad científica, pero solo cuando las cifras y conclusiones apuntan a peligros de corto, mediano o largo plazo que chocan con negocios y tecnologías (motor de combustión interna) y ganancia de la quema de combustibles fósiles, eje de las riquezas acumuladas por ExxonMobil, Chevron/Texaco o BP, y, al mismo tiempo, pieza fundamental en la vulnerabilidad de ciudades como Houston, naciones del Caribe o Florida, ahogadas por huracanes que, a decir de climatólogos, han sido de una inédita intensidad. Sin embargo, según el DoD, sus socios corporativos de los combustibles fósiles permanecerán en función hasta mediados de siglo XXI,27 para cuando la catástrofe climática/ambiental será irreversible. El alto capital va por la ganancia hasta la extinción de las especies.

La subrogación de las guerras y el capitalismo bélico-industrial cost plus del desastre

El 11/S representó la chispa usada por el liderato neoconservador para incendiar Oriente Medio e instaurar un régimen de excepción al interior de EUA, por medio de la Ley Patriota que Bush siempre trató de intensificar y prolongar lo más posible en el tiempo. En septiembre de 2002, el régimen formalizó la “nazificación” de su proyección al exterior, adoptando formalmente una “doctrina de autodefensa anticipatoria” o “guerra preventiva” y, luego, la guerra de agresión contra Irak. Esta “nazificación” de la política de seguridad internacional de EUA fue captada por Benjamin Ferencz, uno de los principales jueces (chief prosecutor) de los críminales de guerra nazis en el Tribunal Nuremberg, para quien es un crimen máximo bajo la normatividad derivada de los Juicios de Nuremberg y en cuya opinión George W. Bush debía ser juzgado por crímenes de guerra por la violencia que desató contra Iraq en 2003. Ferencz logró la condena de 22 oficiales nazis y abogó por un efectivo funcionamiento de la Corte Penal Internacional (CPI) establecida en La Haya, Países Bajos, en 2002, y ratificada por más de 100 países. Poco menos de un año antes de la invasión de Iraq, el gobierno de Bush retiró la firma de EUA del Tratado de la CPI, inició una ofensiva diplomática bilateral para que ciudadanos estadounidenses no fueran extraditados por solicitudes de la CPI y, para colmo, tres meses después de la invasión firmó una nueva ley que prohíbe a cualquier oficial gubernamental cooperar con la CPI e incluye autorización al presidente para “usar todos los medios necesarios y apropiados”, incluyendo una invasión militar de los Países Bajos, para liberar a personal de EUA detenido y bajo custodia de la CPI.28

El 11/S se esgrimió como fundamento para inducir el voto del miedo que contribuyó a la reelección de Bush y que, desde entonces, ha sido un caballo de Troya, con su AUMF 2001 y 2002. Es, en medio del torrente imperialista, desencadenado por el 11/S, que emanó la perorata del “nacional-trumpismo” con su supremacismo blanco, anti-latino/mexicano, anti-inmigrante, racista y militarizado hasta la coronilla. Es gracias al senador Rand Paul que se supo, en su expresión presupuestal, de la magnitud y contexto de la militarización de EUA, junto con el creciente peso de ciertos personajes, tales como: Steven Mnuchin, que cabildea por Wall Street desde el Departamento del Tesoro; John Kelly, ex jefe del Comando Sur, quien preparó la primera etapa del esquema de desestabilización golpista contra Caracas, conocido como “Operación Venezuela Freedom 1 y 2” e impulsado por el aparato del espionaje de EUA (CIA, DIA, NSA, USAID y su “Oficina para las Iniciativas de Transiciones (OTI, por sus siglas en inglés) contra el gobierno bolivariano”.

Todos ellos, con Tillerson, ahora secretario de Estado, constituyen con Trump una suerte de “junta”, cúpula militar que decide en torno a las proyecciones de fuerza sobre Afganistán, Irak, Libia, Siria y Venezuela. Se detectan expresiones dentro de esa cúpula de interés para hacer más fortuna, realizando ajustes de tipo outsourcing (tercerización), ya en boga en el vasto programa de contratos de la época Bush/Cheney. En aquel entonces, la empresa Halliburton lideró, desde su entonces subsidiaria Kellog, Brown and Root, los grandes contratos de la administración pública.29 Ahora, la tercerización opera en su estampa neofascista, bajo inspiración de entes mercenarios tipo Blackwater, como ocurrió en las guerras de Afganistán e Iraq.

El torrente y la economía permanente de guerra

La instauración e institucionalización de una economía permanente de guerra en EUA impacta la estructura de poder, conformándose una fuerte conjunción de poderosas relaciones de clientelas e intereses mutuos entre el alto aparato corporativo, bélico-industrial, el Congreso, la presidencia imperial y su enorme burocracia militar, desde la que se realiza la mayor operación de planeación industrial, estatal-privada, nacional y centralizada del planeta. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, el gobierno federal de EUA ha gastado más de la mitad de sus ingresos fiscales en el financiamiento de guerras pasadas, presentes o futuras.30 Escribe Seymour Melman que:

[...] la operación de mayor envergadura del gobierno es el manejo de su economía militar por medio de una administración central. Más de 37,000 firmas industriales o divisiones de esas firmas y más de 100,000 subcontratistas operan bajo el control de una oficina de administración federal con cerca de 50,000 empleados. Probablemente se trata de la administración industrial centralizada y estatal de mayor envergadura del mundo.31

Como los poderosos consorcios, junto a esta gran masa de subcontratistas, esas firmas cuentan con acceso privilegiado (cost-plus) a la mayor asignación absoluta de recursos públicos en la historia de Estados Unidos y en lo que va de nación alguna. Al mismo tiempo, los costos acumulados sobre la economía total son notables, pero ¿qué tanto? Tengamos presente, como documenta Melman, que desde finales de los años cincuenta, se establecieron nuevos lineamientos al nivel de toma de decisiones de muchas firmas industriales:

Los contratos gubernamentales para las agencias militares y espaciales se asignaron a las empresas en una base de cost-plus. Se trató de otorgar a las firmas contratadas un fuerte incentivo para aumentar los costos, ya que los administradores del Pentágono y los economistas del gobierno federal estimaron conveniente adoptar medidas anti-cíclicas por medio de aumentos en los costos, e, incluso, promovieron el incurrir en sobre-costos, todo bajo el supuesto de ‘reforzar la economía’ para ‘poner a EUA de nuevo en marcha’ (‘on the grounds of bolstering the economy and getting America moving again’ ). Para las firmas involucradas, esto significó ir por la oferta alta (high bid) y los resultantes sobre-costos se hicieron algo normal. Estos procedimientos iban exactamente en sentido contrario a la tradicional política de minimizar los costos. Se asentó una pauta de maximización de costos dentro de los límites disponibles en los subsidios federales. La maximización de costos se transformó en tema dominante entre las 37,000 firmas o secciones de ellas, organizadas para cumplir con los requisitos establecidos por el DoD. Ya para 1980, los precios de los bienes producidos por esta red de firmas crecían al 20% anual.32

Además, consideremos que, según cifras de Melman, en los cuarenta años transcurridos, entre 1947 y 1987, el DoD utilizó 7 billones 620,000 millones de dólares. Él comparó esta suma, en dólares constantes de 1982, con la de todos los bienes producidos y puestos al servicio de la producción. El cálculo incluye el valor monetario de todas las fábricas, maquinarias, carreteras, ferrocarriles, edificios, sistemas hidráulicos, redes eléctricas, etc., excepto bienes militares, bases o bienes de consumo. Toda la economía civil de EUA en 1987 tenía un valor de 7 billones 292,000 millones de dólares. Así, el aparato militar ha absorbido una cantidad mayor de recursos que la cantidad de capital que sería necesaria para reemplazar todos los recursos para la generación de bienes de capital (capital assets) de EUA. El estudio de Melman, de finales de los ochenta, muestra que los efectos de la desviación de la inversión pública hacia el gasto militar ya se observaban en la pobre condición en que se encontraba gran parte de la planta física de la industria de EUA y las malas condiciones de la infraestructura civil.33

Con las guerras de agresión del torrente militarista post-11/S, todo empeora en la dirección señalada por Melman. Por ejemplo, ya en 2014 el DoD pasó de contar con 50,000 empleados civiles, a finales de los años 1980, a cerca de 720,000 empleados. En 2017, el número aumentó a 730,000, y para 2018, se presupuestan recursos para 740,000.34 Muchas categorías para establecer el orden específico de la vasta expansión militar en curso no están más disponibles al público. Pero estos aumentos indican un alto incremento en los contratos para la industria militar, misma que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial fue receptora del 70% del presupuesto total del Pentágono (DoD). Además, un número considerable del aumento en “personal” se refiere no solo a nuevos cuadros administrativos para la expansión bélico-industrial, sino también a “contratistas-soldados mercenarios” de distintas nacionalidades que usualmente reciben salarios menores y no se erogan partidas para seguros médicos, de salud y de jubilación como es la costumbre con los soldados ciudadanos de EUA. La guerra global contra el terrorismo tiende, como se indicó en el apartado anterior, a la subrogación y tercerización de la tropa. Las “guerras de agresión son masacres que devastan poblaciones inermes e infraestructura, una tendencia del “capitalismo del desastre”, para usar un término de Naomi Klein35, repleto de contratos cost plus.36 La subrogación de guerras como la de Afganistán, a través de la mercenerización, sea de individuos o de firmas que manejan ejércitos mercenarios, acompaña el declive de un liderato moral, intelectual y científico y la capacidad de generar consenso alrededor de la diplomacia de fuerza ajena a la normatividad internacional derivada de los juicios de Nuremberg. La noción de hegemonía, en la concepción gramsciana, plantea que además de la coerción/ dominación, destaca la capacidad de generar consenso así como otorga gran peso al liderato moral e intelectual. Esos son ejes vitales al ejercicio hegemónico. Pero, por su intensificación y por ir acompañado de recortes fiscales a favor de las grandes firmas y de los sectores de ingresos más altos, el torrente imperialista que acompaña al 11/S observa costes muy altos en lo fiscal y en materia de creciente desigualdad social. Según el Informe del Instituto Watson de la Brown University acerca de los costos de las guerras emprendidas desde el 11/S, incluyendo las de Iraq, Afganistán, Pakistán, Siria y Homeland Security, solo en los 17 años que van del 2001 al 2018 (más los intereses al año 2056 por deudas de guerra), el total gastado ascendió a 7 billones (trillions) 900,000 millones de dólares.37

Trasladar hacia el resto de las economías, centrales y periféricas, los costos de la economía permanente de guerra, y aún por medio del contratismo cost plus, para gestar enormes ganancias a favor de las corporaciones, no ha sido la excepción sino la norma, en la manipulación unilateral del sistema monetario vinculado al dólar y al aparato bancario-financiero. En 2017-2018, el masivo aumento al gasto militar es de la magnitud requerida para librar una suicida guerra nuclear. Los preparativos para esa guerra, como mostró C. Wright Mills en 1958 38 están en marcha desde hace décadas. Para 2018, el presupuesto del Pentágono es de 696,000 millones de dólares, incluyendo 54,000 millones propuestos por Trump y 30,000 millones más, agregados por los diputados republicanos. Aunque existe una ley de 2011 que limita el gasto militar, ya ese “límite” fue rebasado en 72,000 millones de dólares. Por ser una ley “laxa”, los contratistas (cost plus y non bid, es decir, a puertas cerradas) “se las arreglarán para gastarlo todo” como dijo el senador Rand Paul. Por décadas, ese tipo de contratismo, y ahora de subrogación (outsourcing) de personal o funciones militares, es sueño de magnates y de empresas privadas de seguridad a las que desde el gobierno de Bush/Cheney, se asignó con intensidad labores de todo tipo, incluyendo operaciones que chocan con las Convenciones de Ginebra sobre el trato inhumano de prisioneros o el uso de la tortura.

A su vez, esta ampliación presupuestal, para la masiva proyección militar de EUA, se dirige al mundo en general y a la periferia capitalista en particular, sede de localizaciones estratégicas con grandes y codiciados yacimientos minerales, y de los combustibles fósiles que, advierte la comunidad científica mundial al 97%, gestan el calentamiento global atmosférico. Entre otros países, Venezuela, Iraq, Libia, México, Canadá, Nigeria, etc. Es un diseño de subrogación vinculado con el interés corporativo por el intenso contratismo que acompaña a programas como el de “reconstrucción y estabilización”, puesto en práctica luego de la brutal devastación de población e infraestructura en Iraq y de la “estabilización” lograda con brutal represión. En sus inicios, el diseño estuvo a cargo de Carlos Pascual, ex-embajador de EUA en Ucrania y México. Ahora, el contratismo vincula la administración del gasto militar al lema trumpista del America First, por medio de la subrogación de las guerras de agresión, puesta en marcha en Iraq y Afganistán donde el uso de ejércitos mercenarios, constituidos como firmas contratistas, se vinculó con saqueos y matanzas.

El imperio en estado de “diplomacia de fuerza”. ¿Hacia una intervención militar “humanitaria” contra Venezuela?

La Operación “Venezuela Freedom 2” indica en afirmativo. Tengamos presente que Venezuela es el país con la mayor reserva petrolera del mundo. Como se indica en otro estudio,39 tiene como recursos probados 292,000 millones de barriles, esto es, casi 8.5 veces las reservas probadas de EUA, calculadas en 36,000 millones de barriles. De ahí el interés de EUA en derrocar al gobierno de Venezuela ante la expectativa de controlar esta vasta riqueza energética, frente a los limites geológicos y financieros de la llamada “revolución shale”. Consideremos, además, que ante el acoso de sanciones económicas de EUA, el gobierno venezolano decidió comercializar su petróleo en rublos, yuanes y euros.

El actual gobierno brasileño autorizó despliegues militares de EUA en el Amazonas, una política vinculada con el escenario militar descrito en la Operación Venezuela Freedom 1 y 2, para ir cerrando el cerco sobre los recursos estratégicos de Venezuela en particular, y de la región en general. La vía militar para el acceso al petróleo y el gas natural se perfila con grandes riesgos para la población y los recursos naturales de América Latina. Basta mirar el espectáculo de destrucción de Iraq y Libia para apreciar el orden de magnitud del riesgo. El estudio de Santiago Navarro y Renata Bessi sobre la ocupación silenciosa del Amazonas por el Comando Sur debería llamar a la mayor atención y cuidado: lo que ocurra en Venezuela impactará a la región como un todo. Es hora de la solidaridad latinoamericana. El dato duro debe prevalecer en todo análisis de un complejo y peligroso escenario golpista del imperio, en que se intenta el traslado de la frontera sur de EUA, del Río Bravo al Amazonas. Ni más ni menos.

He aquí el diseño golpista dado a conocer por Red Voltaire, presentado por el jefe del Comando Sur al Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EUA. Esta operación golpista rompe con principios fundamentales del Derecho Internacional, la Carta de las Naciones Unidas y de la OEA.

La operación, en cuya ejecución inicial participó el general John Kelly, nombrado jefe del personal de la Casa Blanca de Donald Trump, está en curso y representa una seria amenaza para las naciones latinoamericanas y del Caribe:

Estados Unidos ha lanzado una feroz guerra no convencional contra los gobiernos revolucionarios y progresistas, y los movimientos populares de nuestra América. Añeja en la doctrina militar del Pentágono y también conocida como guerra de cuarta generación, se ha nutrido y desarrollado con recientes experiencias como las revoluciones de colores y la primavera árabe. El blanco principal del ataque es la Venezuela bolivariana, contra la que el imperio y los gobernantes de la región que le sirven, desatan su furia y frustración. Luego de una ofensiva de meses para derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro, Trump declaró que “no descarta la opción militar” en Venezuela…40

La más reciente, AmazonLog-2017, es objeto de un puntual y bien documentado trabajo de Santiago Navarro y Renata Bressi.41 De relevancia local, regional y mundial resaltan los planteos geopolíticos y advertencias sobre esa operación ofrecidos por Ana Esther Ceceña, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, citados en ese importante estudio: “El despliegue de tropas”, dice Ceceña, “facilita incursiones territoriales específicas y la realización de operaciones de respuesta rápida, implicando ambas el uso de fuerzas especiales, sean de Estados Unidos, locales o privadas en la triple frontera” (Brasil, Perú y Colombia). Además, “la Operación AmazonLog 2017 crea condiciones para operaciones futuras de tropas estadounidenses en dos áreas estratégicas: la parte baja de Venezuela y a lo largo de la costa atlántica, donde ya Estados Unidos obtuvo acceso a la base militar de Alcántara”.42

Apéndice: Operación “Venezuela Freedom 2”: proyección del Comando Sur desde la frontera tri-nacional amazónica

DOCUMENTO PRESENTADO AL SENADO DE EUA:

En el “resumen ejecutivo” de la fase 1, se afirma lo siguiente: a) haber establecido la imagen del gobierno venezolano como “autoritario y violador a los derechos humanos” contra una oposición “democrática”, rótulos a los que Trump agregó el de “dictadura”; b) haber operado bajo una Orden Ejecutiva emitida por Obama, en la que “se declara una emergencia nacional, con respecto a la amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos, representada por la situación en Venezuela”; c) haber logrado “reforzar el aislamiento internacional y la descalificación de Venezuela como sistema democrático” (sin mencionar que el Instituto Carter, que vigila los procesos electorales, certificó la validez de los procesos para la elección e instalación de una Asamblea Constituyente Nacional); d) haber generado un clima propicio para la aplicación de la Carta Democrática de la OEA, en contubernio con Luis Almagro; y, e) que “se colocó en la agenda la premisa de la crisis humanitaria que permita una intervención con apoyo de organismos multilaterales, incluyendo la ONU.” Ahí calzan las palabras sobre el sufrimiento y el hambre, que anteceden la amenaza militar de Trump. Ya en la fase 2 de la Operación Venezuela Freedom, se habla del uso del “desabasto” como medida de presión política, un desabasto no obstante extraño, que se traduce en una enorme abundancia de víveres y artículos de primera necesidad en la frontera de Colombia con Venezuela, para el lucro de siete grandes empresas de dentro y fuera, incluyendo transnacionales estadounidenses.

En esta misma fase 2, el componente militar se acentúa y explicita, ya que incluye la planeación de “operaciones especiales” conformadas por componentes operacionales del cs: Comando de Operaciones Especiales Sur, Joint Task Force-Bravo y Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur Jiatfs. “Los elementos involucrados en esta operación deben elevar un conjunto de recomendaciones que permita una planeación efectiva de nuestra intervención en Venezuela, concebida como una operación de amplio espectro, conjunta y combinada dentro del área de responsabilidad, priorizando los conceptos estratégicos: fuerza decisiva, proyección de poder, presencia en ultramar y agilidad estratégica (Joint Vision 2020, como proceso de actualización permanente de la doctrina militar), que continuarán rigiendo nuestros esfuerzos donde se incorporen todos los instrumentos de autoridad nacional, entre ellos, recursos diplomáticos, de información, militares, económicos, financieros, de inteligencia y jurídicos”. ¿Qué es todo eso sino intervención militar inminente?

En esta fase se incluyen las instancias inter-departamentales e inter-agenciales, incluidas las del aparato de inteligencia, siendo la Defense Intelligence Agency la más cercana al cs. A partir de ahí, el documento se dedica a la “desagregación en acciones específicas” desplegadas bajo el cs en informe preparado por el sucesor de Kelly, el Almirante Kurt W. Tidd, quien documenta “la agenda común” del CS con la Mesa de la Unión Democrática (MUD):

  1. “Con los factores políticos de la MUD hemos venido acordando una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada. Por supuesto, hay que seguir impulsando como cobertura el referéndum o la enmienda que se apoya en el texto constitucional y que sirve para censar, movilizar y organizar una masa crítica para la confrontación […] la responsabilidad en la elaboración, planeación y ejecución parcial (sobre todo en esta fase-2) […] descansa en nuestro Comando, pero el impulso de los conflictos y la generación de los diferentes escenarios es tarea de las fuerzas aliadas de la mud […] no asumiremos el costo de una intervención armada en Venezuela […] [emplearemos] recursos y medios para que la oposición pueda llevar adelante las políticas para salir de Maduro”;

  2. “Bajo un enfoque de “cerco y asfixia”, también hemos acordado con los socios más cercanos de la MUD, utilizar la Asamblea Nacional como tenaza para obstruir la gobernanza: convocar eventos y movilizaciones, interpelar a los gobernantes, negar créditos, derogar leyes”;

  3. “Hay que insistir en el gobierno de transición y las medidas a tomar después de la caída del régimen, incluyendo la conformación de un gabinete de emergencia”;

  4. “Hemos propuesto […] aplicar las tenazas para asfixiar y paralizar, impidiendo que las fuerzas chavistas se puedan recomponer y reagrupar […] para debilitar doctrinariamente a Maduro, colocando su filiación castrista y comunista (dependencia de los cubanos) como eje propagandístico, opuesta a la libertad y la democracia, contraria a la propiedad privada y al libre mercado […] hay que responsabilizar al Estado y su política contralora como causal del estancamiento económico, la inflación y la escasez”;

  5. “Mantener la campaña ofensiva en el terreno propagandístico, fomentando un clima de desconfianza, incitando temores, haciendo ingobernable la situación. En esto es importante destacar todo lo que tiene que ver con desgobierno: las fallas administrativas, la afectación con los altos índices de criminalidad y la inseguridad personal”;

  6. “Importa la explotación de los temas como la escasez de agua, de alimentos y de electricidad, teniendo este último aspecto un carácter grave para el gobierno, ya que la sequía ha generado una amenaza de colapso de los embalses y debemos prepararnos para explotarlo al máximo desde el punto de vista político, reforzando la matriz mediática que ubica la crisis eléctrica como responsabilidad exclusiva de Maduro”;

  7. “Posicionar la matriz de que Venezuela entra en una etapa de crisis humanitaria por falta de alimentos, agua y medicamentos, hay que continuar con el manejo del escenario donde Venezuela está “cerca del colapso y de implosionar”, demandando a la comunidad internacional una intervención humanitaria para mantener la paz y salvar vidas”;

  8. “Hay que insistir en la aplicación de la Carta Democrática, tal como lo hemos convenido con Luis Almagro Lemes, Secretario General de la OEA”;

  9. “No se puede dejar a un lado el esfuerzo que hemos venido haciendo para vincular al gobierno de Maduro con la corrupción y el lavado de dinero. En esto debemos apoyarnos en el trabajo que vienen haciendo las Unidades de Inteligencia Financiera (Grupo Egmont), el Grupo de Acción Financiera (gafi) y el Comité de Expertos sobre la Evaluación de Medidas contra el Blanqueo de Dinero y la Financiación del Terrorismo (MONEYVAL)”;

  10. “Atención a la cuestión militar […] existe una alta probabilidad de que los mandos identificados con el chavismo duro ofrezcan resistencia, sobre todo en unidades de élite que históricamente se han alineado con el régimen. Por eso, hay que sostener el trabajo para debilitar ese liderazgo y anular su capacidad de mando”;

  11. “Lectura similar es necesaria hacer en relación con el empleo que va a hacer el gobierno de las llamadas milicias y colectivos armados […] se convierten en obstáculos para las movilizaciones de calle de fuerzas aliadas y grupos opositores […] un impedimento para el control efectivo de instalaciones estratégicas. De allí la demanda de su neutralización operativa en esta fase decisiva”;

  12. “Si bien en este terreno foco de la situación militar, no podemos actuar ahora abiertamente, con las fuerzas especiales aquí presentes hay que concretar lo ya anteriormente planificado para la fase 2 (tenaza) de la operación. Los entrenamientos y aprestos operacionales de los últimos meses, con la Fuerza de Tarea Conjunto Bravo en la base de Palmerola, en Comayagua, Honduras, y la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur -Jiatfs, permiten colocar tales componentes en condiciones de actuar rápidamente en un arco geoestratégico apoyado en las bases militares de “control y monitoreo” en las islas antillanas de Aruba (Reina Beatriz) y Curazao (Hato Rey); en Arauca, Larandia, Tres Esquinas, Puerto Leguízamo, Florencia y Leticia en Colombia; todo ello como Lugar de Operaciones de Avanzada (FOL, con proyecciones sobre la región central de Venezuela donde se concentra el poderío político-militar). En este aspecto, debemos mantener la vigilancia electrónica sobre esta zona de influencia, sobre todo en la fachada atlántica, manteniendo las incursiones de los RC-135u combat equipados con sistemas electrónicos que han permitido recientemente recolectar inteligencia, interceptar y bloquear comunicaciones, tanto del gobierno como de contingentes militares (Ver informe confidencial respectivo). También se debe poner OK el Primer Batallón 228 del Regimiento del Aire con sus 18 aviones y los helicópteros UH-60 Blackhawk y CH-47, aproximándolos al terreno, preferiblemente las instalaciones de Hato Rey en Curazao. Ya hemos establecido las directivas y órdenes vinculantes”;

“En estas 12 recomendaciones están involucrados aspectos políticos, económicos y militares que son parte de planes estratégicos de nuestro gobierno, los cuales vienen siendo impulsados por múltiples agencias y a los que se apega el U.S. Southern Command. En correspondencia con esa guía de planeamiento, he enfocado mis esfuerzos en cuatro áreas principales: garantizar que seguimos siendo el primer socio de seguridad de elección en este hemisferio; profundizar en la colaboración entre las agencias, generando confianza, plataforma de innovación para el Departamento de Defensa y planificación de operaciones críticas y trans-regionales, como esta Operación Venezuela Freedom-2, donde se involucran comandos combativos y socios inter-agenciales. Vamos a seguir construyendo alianzas que protegen nuestros intereses, defender nuestro territorio, defender el bien común mundial, y avanzar la seguridad, el buen gobierno, frente a las amenazas como las que presenta el régimen opresivo de Venezuela. Por eso, en la planificación hay cuestiones particulares que nos atañen, donde debemos elaborar planes específicos que pongan en operación las recomendaciones, tal como se reseña en los apartados y documentos anexos, siendo la tarea del día de esta Junta Evaluativa, por lo que ordeno la mayor atención y esfuerzo en la reunión”.

Almirante Kurt W. Tidd

Comandante

U.S. Southern Command (SouthCom)

25 de febrero de 2016

(Disponible en: Almirante Kurt W. Tidd, “Operación Venezuela Freedom 2”, Red Voltaire, 25-02-2016, http://www.voltairenet.org/article191879.html).

Referencias

1 

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2 

Klein, N. La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. México: Paidós, 2007.

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3 

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4 

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5 

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J. Saxe-Fernández César Díaz Olín Geo-economía y geopolítica del Bloque Energético de América del Norte José Luis Calva 2018

7 

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8 

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9 

______. The causes of World War Three. Nueva York: Simon & Schuster, 1958.

C. Wright Mills The causes of World War ThreeNueva YorkSimon & Schuster1958

Notes

[1] ** Avance de investigación del Proyecto DGAPA IN-301415 “Crisis, geopolítica y geo-economía del capital”. Este estudio se realiza gracias al apoyo de la DGAPA/UNAM y de la Dra. Guadalupe Valencia, directora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH). El autor agradece la invitación para participar en el Seminario Interdisciplinario de Estudios para la Paz, coordinado por el Dr. Pierre Gaussens y celebrado en el CEIICH durante el semestre 2018-I.

[2] Senador Rand Paul, citado por Sheryl Gay Stolberg: “Senate rejects bipartisan effort to end 9/11 military force.” The New York Times, 13-09-2017, https://www.nytimes.com/2017/09/13/us/politics/senate-rejects-rand-paul-effort-to-end-military-force-declaration.html

[3] En solo 60 palabras, la aumf dice: “The President is authorized to use all necessary and appropriate force against those nations, organizations, or persons he determines planned, authorized, committed, or aided the terrorist attacks that occurred on September 11, 2001, or harbored such organizations or persons, in order to prevent any future acts of international terrorism against the United States by such nations, organizations or persons.” Texto de la AUMF 2001, citado por Mary Louise Kelly: “15 Years later: When the US Military Strikes, White House Points to a 2001 Measure.” Parallels, 06-09-2016, http://www.npr.org/sections/parallels/2016/09/06/492857888/when-the-u-s-military-strikes-white-house-points-to-a-2001-measure

[4] Luego de los ataques del 11/S, Bush demandó que los Talibanes entregaran a Osama BinLaden y expulsaran a Al-Qaeda de Afganistán. Ellos declinaron la extradición a menos de que se entregara evidencia del involucramiento de Bin-Laden en los ataques. Igual exigencia en relación con Al-Qaeda. EUA consideró que la solicitud de evidencia era una táctica dilatoria y, el 7 de octubre 2001, inició la operación “Enduring Freedom” junto con el Reino Unido (con Tony Blair en papel estelar).

[5] General Wesley Clark, “Wars were planned. Seven countries in five years.” Democracy Now, 11-09-2011, https://www.youtube.com/watch?v=9RC1Mepk_Sw. La traducción y cursivas son mías JSF.

[6] Thomas E. Donnelly, Donald Kagan y Gary Smitt, Rebuilding America´s defenses, strategy, forces and resources for a new century. A report of The Project for a New American Century, septiembre 2000, http://web.archive.org/web/20020923154604/ http://www.newamericancentury.org/RebuildingAmericasDefenses.pdf

[7] Kristen Breitweiser, “29 Pages revealed: Corruption, crime and cover-up Of 9/11.” The Huffinton Post, 17-07-16, https://www.huffingtonpost.com/kristen-breitweiser/29-pagesrevealed-corrupt_b_11033068.html

[8] Saxe-Fernández J., Terror e Imperio, Debate (Random House), México, 2006

[9] Saxe-Fernández J., “The US Imperial Presidency: Global impacts in Iraq and México.” En Han Günther Brauch et al. (ed.), Globalization and environmental challenges. Reconceptualizing security in the 21ST-century, Springer, Berlín-Heildelberg-Nueva York, 2008.

[10] Richard Heinberg, “Geopolitical implications of ´Peak everything.” Post Carbon Institute, 01-2012, http://www.postcarbon.org/geopolitical-implications-of-peak-everything/

[11] Almirante Kurt W. Tidd, “Operación Venezuela Freedom 2.” Red Voltaire, 25-02-2016, http://www.voltairenet.org/article191879.html

[12] Wright Mills C., La elite del poder, México, FCE, [1961] 2013.

[13] Cabe recordar que la “presidencia imperial”, como noción básica de la historiografía de Estados Unidos, se desenvuelve bajo el ímpetu desestabilizante de la centrifugación capitalista y de la centralización y concentración en la Casa Blanca de poder policial militar y de “inteligencia”, utilizada para restablecer una estabilidad suficiente que garantice otro ciclo de inversión/explotación, en particular en la periferia capitalista. Sobre este concepto se puede consultar, entre muchos otros: Arthur Schlesinger, Imperial Presidency, Houghton Mifflin, Nueva York, 1973; John Saxe-Fernández “Trump en la Presidencia Imperial”, Memoria, No. 264, México, 2017-4, pp. 20-26; Charlie Savage: Take over: The return of the imperial presidency, Nueva York, Boston, Londres, Little, Brown & Co, 2007.

[14] Lucas Robinson, “Trump is running a military junta.” Indiana Daily Student, 29-08-2017, http://www.idsnews.com/article/2017/08/column-trump-is-running-a-military-junta

[15] Andrea Germanos, “Endless war continues as Senate kills effort to repeal 2001 authorization.” Common Dreams, 13-09-2017, https://www.commondreams.org/news/2017/09/13/endless-war-continues-senate-kills-effort-repeal-2001-authorization

[16] Redacción: “Trump amenaza con intervención militar en Venezuela.” Proceso, 11-082017, http://www.proceso.com.mx/498620/trump-amenaza-intervencion-militar-en-venezuela

[17] Sobre el factor doméstico en los ataques del 11/S, ver John Saxe-Fernández, “Torrente Imperialista.” La Jornada, 31-08-2017, http://www.jornada.unam.mx/2017/08/31/opinion/022a1eco

[18] Kinzer S., All the Sha´s men_An American coup and the roots of Middle East terror, Nueva York, John Wiley & Sons, 2003.

[19] Selser G., De cómo Nixinger desestabilizó Chile, Hernández Editor, 1975.

[20] Para detalles sobre las nuevas “sanciones” impuestas por EUA contra el gobierno de Venezuela, ver Peter Koening, “Venezuela will never tolerate this.” Information Clearing House, 29-08-2017, http://www.informationclearinghouse.info/47710.htm

[21] Sede del 60% de la reserva mundial de petróleo y gas natural convencional. Mientras que el petróleo “convencional” es el de alta calidad, bajo precio y fácil acceso, el no-convencional generalmente se obtiene a través de la “fractura hidráulica de alto volumen” o fracking, que requiere amplia tecnología y es una técnica devoradora de agua, utilizando sustancias de alta toxicidad e implicando riesgo a la población, la flora y la fauna. Es, además, emisora de metano, un gas invernadero con más efecto de calentamiento a la atmósfera que el dióxido de carbono.

[22] Police State USA, Pentagon War Plans in 2001: Iraq, Syria, Lebanon, Libya, Somalia, Sudan, & Iran, 14-09-2014, http://www.policestateusa.com/2014/pentagon-war-plans-7-countries-5-years/

[23] Como Bush, Cheney está vinculado con la industria petrolera. Antes de asumir la vicepresidencia, se desempeñó como gerente de Halliburton, principal firma proveedora de servicios petroleros.

[24] Mark Mazzetti, Anne Barnard y Eric Schmith, “Military success in Siria gives Putin upper hand in US proxy war.” The New York Times, 06-08-2016, https://www.nytimes.com/2016/08/07/world/middleeast/military-syria-putin-us-proxy-war.html

[25] Site Staff, “U.S. enters Syrian civil war without Congressional approval.” Police State USA, 23-09-2014, http://www.policestateusa.com/2014/us-enters-syrian-civil-war/

[26] La intervención rusa contra Al Nosra, solicitada por el gobierno sirio, a decir de analistas de un conocido instituto semi-oficial al New York Times, parece haber frenado el deterioro del Estado sirio, en apariencia un objetivo straussiano de peso para la Secretaría de Defensa con Rumsfeld, Wolfowitz y sus sucesores.

[27] James Petras, “¿Quién gobierna América? La élite del poder en tiempos de Trump.” Resumen Latinoamericano/Aporrea, 10-09-17, http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/09/11/quien-gobierna-america-la-elite-del-poder-en-tiempos-de-trump-por-james-petras/

[28] John Saxe-Fernández, “Caos estratégico.” La Jornada, 6 de octubre de 2011, http://www.jornada.unam.mx/2011/10/06/opinion/03,2a1eco

[29] Aaron Glantz, “Bush and Saddam both should stand Trial”, OneWorld, Global Forum 25, agosto, 2006, https://defence.pk/pdf/threads/bush-and-saddam-should-both-stand-trial.1982/

[30] Saxe-Fernández J., Terror e Imperio, Debate (Random House), México, 2006.

[31] Melman S., Profits without productivity, University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 1987.

[32] Ibidem, 82.

[33] Ibidem, 4.

[34] Saxe-Fernández J., Terror e Imperio, Debate (Random House), México, 2006, 97-148.

[35] Office of Management and Budget, Analytical Perspectives: Budget of the U.S. Government, Fiscal Year 2018, Washington, DC: U.S. Government Printing Office, 2017.

[36] Klein N., La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre, Paidós, México, 2007.

[37] Para los cálculos sobre los costos de estas guerras, ver Joseph E. Stiglitz y Linda J. Bilmes, “Estimating the costs of War: Methodological issues, with applications to Iraq and Afghanistan.” En Michelle Garfinkel y Stergis Skaperdas (eds.), Oxford Handbook of the Economics of Peace and Conflict, Oxford University Press, Oxford, 2012, http://www.socsci.uci.edu/~mrgarfin/OUP/papers/Bilmes.pdf.

[38] US Budgetary Costs of post-911 Wars, Watson Institute, Brown University, noviembre 2017, http://watson.brown.edu/costsofwar/figures/2017/us-budgetary-costs-post-911-wars- through-fy2018-56-trillion

[39] Wright Mills C., The causes of World War Three, Simon & Schuster, Nueva York, 1958.

[40] Saxe-Fernández, J. y César Díaz Olín., “Geo-economía y geopolítica del Bloque Energético de América del Norte” (en prensa, José Luis Calva (coord.), 2018).

[41] Ángel Guerra, “Venezuela indoblegable”, La Jornada, 17-08-2017, http://www.jornada.unam.mx/2017/08/17/opinion/028a1mun

[42] Santiago Navarro, Renata Bessi, The US Southern Command´s Silent Occupation of the Amazon, Truthout Report, Nov. 9/2017, http://www.truth-out.org/news/item/42542-theus-southern-command-s-silent-occupation-of-the-amazon. Cita y texto en John Saxe-Fernández, “2017: Lamentoso año”, La Jornada, 21/12/2017, p. 31, http://www.jornada.unam.mx/2017/12/21/opinion/020a1eco

[43] Ibidem.