LOS LÍMITES DE LA POLÍTICA

Contenido principal del artículo

José Woldenberg

Resumen

En relación a los políticos no sólo existe distancia o desencanto, sino incluso irritación. Basta abrir un periódico, escuchar la radio, ver la televisión o tocar el tema en el centro de trabajo o en una comida con los amigos, para corroborar la mala opinión que la mayoría tiene de los políticos. Las quejas y los reclamos conforman una letanía cansina y previsible. Aburrida, pues. Como consuelo de tontos podemos decir que no se trata de un fenómeno local, “nuestro”, sino
que lo mismo sucede en los demás países de Latinoamérica, y para ello se puede consultar el informe del PNUD, La democracia en América Latina. Otro ejemplo: en una encuesta publicada por el Centro de Investigaciones y Estudios Sociales (CIES) de la República Dominicana la institución que menos confianza despertó en los entrevistados fue los partidos políticos (sólo 10.7% de los encuestados dijo depositar su confianza en ellos). Por debajo de las iglesias, los medios de comunicación, las fuerzas armadas, los bancos, los empresarios, la Suprema Corte de Justicia e incluso los policías. Triste y expansiva realidad.
Ahora bien, si no se trata de un fenómeno mexicano, si esa percepción se extiende por todo el continente latinoamericano, las preguntas pertinentes parecen ser: ¿por qué defraudan al público?, ¿no será que depositamos demasiadas expectativas en ellos?, ¿no estaremos pidiéndole peras al olmo?, ¿no nos estaremos equivocando cuando les exigimos a los políticos algo que quizá no puedan hacer?

Intento explicarme. Hemos considerado tradicionalmente a la política como la actividad capaz de transformar el “estado de cosas existentes”, es decir, como la práctica a través de la cual se decide lo fundamental de la vida en común. De ahí su centralidad, de ahí su importancia. Y por supuesto los políticos aparecen como los agentes que encarnan esas posibilidades. ¿Pero realmente la política puede lo que imaginamos?, ¿es hoy una gran palanca para la transformación o siquiera un buen instrumento para la conducción de los asuntos públicos?

Sostengo que la política sigue siendo imprescindible para la conducción de la vida en común, para la expresión y convivencia de la pluralidad, para ofrecer cauce al procesamiento de los conflictos sin fin, para atender las carencias y rezagos sociales, para trazar rutas y programas, etcétera. Pero debemos afrontar que la política, como cualquier otra actividad, no sucede en el vacío, sino que se despliega encuadrada en límites. Vayan, pues, unos apuntes en ese sentido.

Descargas

Los datos de descargas todavía no están disponibles.

Detalles del artículo

Cómo citar
Woldenberg, J. (2017). LOS LÍMITES DE LA POLÍTICA. Revista De La Facultad De Derecho De México, 56(245), 143–151. https://doi.org/10.22201/fder.24488933e.2006.245.61689