Vivimos en una época en la que lo digital y la realidad percibida –en lugar de la física– cobran más relevancia a cada segundo. La pandemia ha evidenciado las formas en las que el mundo digital se ha vuelto parte natural de nuestro día a día; al mismo tiempo, nos ha demostrado que podemos adaptarnos rápidamente a sus lógicas. Desde marzo de 2020, el uso del internet se duplicó y las plataformas de videollamadas se multiplicaron por diez; al respecto, pocos se han detenido a pensar en lo acostumbrados que estamos ya, en nuestro aislamiento, a ellas, y a socializar y experimentar el mundo sólo a través de plataformas digitales. Todavía falta tiempo para poder determinar todos los cambios que el incremento en el uso de las herramientas digitales del presente periodo histórico traerá para todas las actividades sociales, pero sin duda nuestra atención por el uso de estas tecnologías aumentará. El uso intensificado de las redes sociales y de colaboración modificará la forma como entendemos nuestras disciplinas.

Todas las herramientas que usamos al diseñar nos modifican, e influyen en lo que creamos. Los programas de diseño tienden a favorecer algunas formas y a dificultar otras, razón por la que los objetos diseñados o fabricados digitalmente se muestran como tales. Los CAD-CAM pueden ser vistos como mediadores entre el diseñador y el objeto de diseño, pero funcionalmente son más parecidos a las herramientas físicas, como cinceles y martillos, que a los planos constructivos, y por eso dejan su huella. Son artefactos para diseñar y hacer al mismo tiempo, no herramientas para anotar un conjunto de instrucciones. 

Vistos por muchos como personajes superficiales, formalistas e irresponsables, que proponen arquitecturas imposibles y caras de construir, especialmente equivocadas para un contexto latinoamericano, los arquitectos que abogaron por el diseño paramétrico en los años noventa quisieron anticipar un futuro digital que no sucedió tan rápidamente como lo sugería el crecimiento acelerado de las tecnologías digitales. 

Hoy, gracias a los medios digitales, tenemos un puente que une muy evidentemente nuestras disciplinas. Ante el diseño paramétrico y la impresión 3D, pocos se atreverían a asegurar que el diseño industrial y la arquitectura no están relacionados; lo mismo ocurre con los softwares de análisis de configuraciones espaciales e interconexiones, los cuales unen a la arquitectura, el paisaje y al estudio del entorno urbano. Al inicio del siglo XX, sólo algunos pocos arquitectos se atrevieron a asumir los cambios que la revolución industrial implicaba para el diseño: la producción estandarizada en serie. Un siglo después, por lo menos vale preguntarse, ¿por qué seguimos diseñando así cuando la lógica de producción se está transformando?

DOI: https://doi.org/10.22201/fa.14058901p.2020.46

Publicado: 2021-04-21

Editorial 46

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