Universidad Nacional Autónoma de México Campus Iztacala
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Revista Electrónica de Psicología Iztacala
Vol. 4 No. 1
septiembre de 2001


LA ENTREVISTA CLÍNICA CONSIDERACIONES EN TORNO A LA MIRADA TERAPEUTICA
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES IZTACALA
César Roberto Avendaño Amador

Resumen

El trabajo trata sobre la diferencia entre observación y mirada en la entrevista terapéutica. Se parte de la distinción entre lo observacional como práctica, heredera de una ciencia cuyos ejes epistemológicos se vinculan al pensamiento matemático-experimental, mientras que la mirada es concebida como un ejercicio que vincula mirada y escucha en las multiples determinaciones y definiciones del trabajo terapéutico. Esta es una primera entrega e tres, y la intención es pensar el lugar de la escucha y la mirada en el desarrollo y las posibilidades de la cura. Descriptores: Psicoterapia, Entrevista Clínica, Observación, Mirada, Cura.

Summary

This work deal with the difference between observation and look in the therapeutic interview process. It starts up from the distinction between the observational like a practice, heiress of a science which epistemologist axis are linked to the mathematics-experimental thoughtness, while look is conceived like an exercise which links look and hear in the multiples determinations and definitions of the therapeutic work. This is the first part of three and the purpose is to think about hear an look place in the development and the possibility of the cure.

Key words: Psychotherapy, Clinic Interview, Observation, Look, Cure.

1 Profesor del Área de Psicología Social. E-mail: craa@servidor.unam.mx

En términos generales en psicoterapia y psicoanálisis se acepta que la entrevista es un instrumento valioso para; la terapia, el análisis, la investigación, la evaluación, el diagnóstico, la valoración, etc. Sin embargo existen divergencias en torno a las formas y contenidos que el entrevistador debe atender cuando hace uso de ella. Las diferencias han provocado en unos casos la exaltación de las discrepancias, y en otros la complementación y propuestas sincréticas que buscan integrar las consideraciones hechas en diversos contextos teórico-clínicos. Lo cierto es que hoy día la entrevista constituye un elemento imprescindible en cualquier programa de formación en las universidades del mundo, y su importancia es tal, que las horas dedicadas a perfeccionarla no se escatiman.

La variedad de usos que se hace de la entrevista no debe hacernos olvidar que los diseños curriculares, en las instituciones donde se forman psicoterapeutas o analistas, pretenden que el clínico logre una interpretación de los hechos en determinado sentido, lo que el paciente dice, pude recibir una lectura en el sentido estadístico, narrativo-literario o narrativo-histórico, su determinación esta permeada por aquellas cosas que le interesan registrar al clínico y no es de poca monta hablar de ello. Por ello, quisiera ordenar la exposición de la siguiente manera; en primer lugar sugiero que lo que se denomina observación, al igual que la mirada, constituye una práctica que tiene determinaciones histórico-teoréticas que no deben ser despreciadas por quienes usan la entrevista en este sentido, en segundo lugar quisiera puntualizar las diferencias entre observación y mirada, el propósito es diferenciar las aproximaciones estadísticas de las históricas en el ámbito clínico, y finalmente, sugerir algunas rutas posibles en el terreno mirada-escucha, en particular para los clínicos que consideran necesario integrar a sus esquemas de trabajo la perspectiva histórica.

Mirada y observación en consecuencia son conceptos que nos remiten a espacios, procedimientos y concepciones clínicas que conviven en la práctica pero que se distinguen, en la medida que sus intenciones y objetivos varían en tiempo y espacio. Aún y a pesar que la exposición que a continuación sigue solo muestra algunos detalles de lo que epistemológicamente implica mirar y observar, no quisiera cerrar la posibilidad de extender la exposición en mayor detalle en una próxima entrega. Aquí lo que he tratado de presentar es un replanteo de la discusión sobre el papel de la historia y la memoria en el contexto de la discusión sobre la observación y la mirada en el terreno clínico-terapéutico.

A. EL TERRENO FÉRTIL PARA EL DOMINIO DE LA OBSERVACIÓN.

Realizar el ejercicio de introducirnos a las lecturas de diccionarios de diversas materias humanas para buscar la palabra observación, conduce directamente a descripciones sobre el concepto que nos recuerdan debates iniciados posteriormente al renacimiento, en particular los generados alrededor de los llamados padres de la ciencia, dichos debates aún hoy no podemos pensarlos como concluidos y en consecuencia no es posible ignorar las implicaciones que tienen en la práctica clínica.

La noción de observación, es sabido, tiene sus orígenes en la disputa por el método. La pugna en muchos sentidos tuvo rasgos de nacionalismo; por un lado, los franceses interesados en la razón, en particular la construida y formada desde la matemática; por ejemplo, pensar a Rene Descartes y lo que ha significado para occidente, ha requerido la producción de cantidades significativas de materiales que examinan en detalle sus implicaciones; y los ingleses con su énfasis en la experiencia, domesticadora del sentido de la vista y fundamento ineludible de lo existente. Ambas tradiciones, en la medida que se integraron y afectaron mutuamente, mostraron al mundo una convicción, no conocida hasta ese momento, de sus virtudes. De modo que promovieron y fundamentaron una ciencia de experimentación, razón, medición, cuantificación y observación cuya expresión más radical fue recogida y sistematizada por el positivismo francés, y llevada al límite por sus seguidores quienes a fines del siglo XIX persiguieron y acusaron de anticientíficos a quienes no compartieron y propagaron sus ideales.

Por otro lado se encontraron los alemanes, más convencidos de que el romanticismo tenia vetas significativas para el enriquecimiento del conocimiento. Sus búsquedas místico-científicas, los llevaron a convencerse de la existencia de lo invisible, confiaron en el poder emanado del mundo subjetivo y estuvieron ciertos de que el mundo humano social es construido y dirigido por el recuerdo, archivo del que desprende sus mejores y peores intenciones, lugar donde lo individual y lo colectivo conviven para dar dirección al hombre, espacio en donde se constituye el cielo o el infierno, la gloria o la derrota. A los pensadores del romanticismo se les quiso recluir al ámbito de la filosofía, y no fue sino en la medida que se reconocieron las aportaciones de algunos de sus grandes pensadores, que fue posible abrir brecha para que la ciencia alemana hiciera sus mejores aportes al conocimiento humano.

Particularmente la historia se instituyó como una especialidad que dividió a los científicos de la psicología, para algunos el saber desprendido de la historia fue la piedra que dio soporte a la existencia de un saber sobre lo psicológico, para otros era un estorbo y una molestia para el avance de un conocimiento verdaderamente científico. El resultado de esta disputa se materializó en la división que se gestó al interior de la psicología; por un lado, se agruparon las aproximaciones anti-históricas que proclamaron el fin del sentido, la libertad y la dignidad y por otro lado, se agruparon las psicologías que encontraron en la historia su razón de ser y la natural explicación a muchos de sus presupuestos. En el primer grupo se encontraron las psicologías que promovieron la observación como un triunfo de la objetividad sobre la imaginación, lo subjetivo, los sueños humanos y demás actitudes místicas; en el segundo grupo están aquellas que han defendido el mundo subjetivo como un elemento que explica de diversas maneras muchas de las implicaciones humanas, se apuesta a un espacio que da sentido y contenido al mundo psicológico del hombre.

De modo que el contexto europeo, en especial de los países mencionados arriba, proporciona los elementos para una comprensión del surgimiento y consolidación de la observación. Si los franceses aportaron la razón y la matemática como elementos imprescindibles para la adquisición de conocimiento, los ingleses hicieron lo propio al aportar la noción de experimentación como una vía adecuada para controlar las variables que intervienen en los fenómenos, pero también como el mecanismo apropiado para anticiparse a los hechos y poder, no solo controlar, sino lo más importante, predecir el rumbo que tomará el fenómeno o hecho estudiado. De los alemanes, hay que admitir que solo les reconocieron su pasión por la defensa de lo tradicional y su tendencia conservadora en materia social. Así una vez consolidada y popularizada la idea de la observación, se buscó establecer las técnicas derivadas de ella como las más propias para hacer ciencia. El concepto, tal como lo entendieron y promovieron los positivistas, acotó durante mucho tiempo la práctica científica, alrededor de ella se afinaron y promovieron otras nociones que fortalecieron el llamado método científico, de tal manera que la medición de lo observado se instituyó en la vía, en muchos sentidos la única, que validó el conocimiento.

Aquí regresó a las lecturas de diccionario, pues me parece importante señalar que aquellos textos especializados que presumen de tener un contenido general, solo registran el concepto de observación, mientras que el de mirada no se registra. De la observación hacen una exposición más o menos amplia en la que sobresalen las vinculaciones que se establecen entre la observación y; procedimiento, objetividad, técnica, variables, medición, registro, etc. Conceptos, todos ellos, vinculados al argot positivista.

Sin pretender generalizar, el uso que algunas psicologías hacen de la noción de observación se equipara en muchos sentidos al de objetividad. De ahí que los estudiantes pasen muchas horas en el galano arte de aprender a eliminar las nociones mentalistas y buscar la precisión fisicalista que se requiere para, suponen, alcanzar la tan deseada ciencia objetiva.

Espero haber presentado los elementos mínimos para llamar la atención respecto a las raíces que alimentaron la idea de la observación. Particularmente la vinculación entre; razón, matemática, medición y experimentación sobre la construcción y formación de formas específicas de observar el mundo psicológico.

B. LA MIRADA, EL INTENTO DE REPENSAR LA ENTREVISTA.

He anticipado la idea de que la observación, en tanto categoría promovida por el positivismo, es distinta a la de mirada. Respecto a la primera existe una amplia literatura que habla no solo de sus características, sino además de cómo lograr adquirirla con un rango de éxito, en palabras de Rodríguez Ladrera en la observación "se trata de cifrar en un concepto susceptible de análisis lógico y semántico, a saber, el de una clase de enunciados, las características epistemológicas del dato empírico o experiencia bruta" (1993, p. 108), dejando de lado las problematizaciones que tal enunciado deja entrever, diríamos que tales afirmaciones derivarían en la elaboración de explicaciones estadísticas.

En cambio quisiera hacer uso de la noción de mirada, aún y a pesar de los riesgos que implícitamente tiene, para referirme a las psicologías que ponen un énfasis mayor en el acto de escuchar, aproximaciones que no se consideran ciencias de la observación sino que ponen su acento en la historia del paciente y en consecuencia bordean la idea trabajada por Ricoeur (1987) de llamarlas ciencias interpretativas. En ese sentido el acto de mirar es un agregado a la tarea fundamental, es decir poner atención a la historia que el paciente tiene que contar. En este contexto la mirada requiere un entrenamiento que permita lograr hipótesis relacionales entre la historia escuchada y aquello que el terapeuta logra mirar. El planteamiento anterior me permite intentar desplegar dos puntos de reflexión crítica. El primero se refiere a la mirada del terapeuta en la entrevista clínica y, específicamente aquello que tiene que ver con la vinculación entre mirada y escucha, aquí se harán algunos planteamientos y en el siguiente apartado algunas recomendaciones. El segundo punto se refiere a la idea de transcribir lo que el terapeuta mira durante el tiempo y el espacio en donde se escenifica la entrevista.

El psicoanálisis y las psicologías que no se asumen como ciencias de la observación, como la aproximación histórico cultural, el enfoque sistémico y en cierta medida la psicología cultural, y que en las últimas décadas han intentado sistematizar la información que han logrado alrededor de la narrativa-histórica del paciente, se han encontrado con el problema de establecer los nexos necesarios para vincular el acto de escuchar y la habilidad para "mirar" aquellos elementos que confirman o contradicen la historia narrada por el paciente. En el escenario en el que se mira, se narra la historia por el paciente, esa historia que llena de contenido y significación los haceres y decires del paciente. Historia que instituye la trama por la que el paciente teje sus actos y en la que encuentra respaldo su conducta.

Así, el esfuerzo que se hace en el terreno de la mirada se relaciona con la capacidad de mirar las sutilezas de lo que se hace en el marco de lo que se dice. Como el lector ya habrá identificado el supuesto que sostiene lo que hasta el momento se afirma, es que la historia del paciente es un elemento estructurante e instituyente de la vida del paciente, pero al mismo tiempo muestra las posibilidades de intervención que el terapeuta tiene. Las contradicciones que se identifican, en el marco clínico, entre lo que el paciente narra y lo que hace, la congruencia entre las prácticas y las creencias, las posibles respuestas que el paciente se da en el marco de una historia a sus problemas, tienen un trasfondo que solo la mirada, pues imposible es observar, puede identificar en la historia que estructura las conductas-problema, o las prácticas desestructurantes.

Una historia narrada, requiere, por parte del escucha, mucha atención, pues lo que el paciente dice será la materia con la que trabajará en su esfuerzo por mirar las relaciones que guarda con aquellas prácticas y creencias reportadas como problemáticas. Es en este marco aparece el problema del registro, aquello que el terapeuta logra retener de la historia y aquellos elementos que aparecen más claros a la mirada; vendrá entonces la tarea de transcribir, y en el ejercicio establecer las múltiples determinaciones que intervienen en la consolidación de las prácticas-problema o de creencias-problema.

En adelante la tarea será un continuo contraste entre el decir del paciente y aquello que el terapeuta logra establecer por escrito, una intensa negociación-dialogo será la ruta que marque las sesiones subsiguientes para reconstruir la historia, modificar la mirada del paciente, establecer nuevas creencias, recomponer las prácticas, en un ejercicio de acompañamiento, en donde el papel del analista o de terapeuta se establecerá en función de los marcos teórico-referenciales de cada aproximación. ¿Qué hacer? Está en función de las formas en las que se determinen las rutas posibles, como resultado del análisis de los supuestos que sostienen la inclusión de la "historia" en el proceso terapéutico.

C. ABRIENDO RUTAS, LAS POSIBILIDADES DE LA ENTREVISTA EN EL PROCESO DE CURA

He enfatizado el lugar de la historia en el marco de las psicologías no observacionales, también he tratado de establecer los nexos entre "mirada y escucha", ahora pasaré a enlistar una serie de posibilidades que se desprenden de las ideas expuestas, en la idea de pensar el trabajo clínico con perspectiva histórica. Para ello prefiero presentar un listado de tesis que no serán desarrolladas, sino solamente enunciadas:

1. La historia contada por el paciente, no necesariamente coincide con la historia ocurrida.

2. Identificar aquello que corresponde a la historia ocurrida, no resuelve necesariamente las prácticas-problema o las creencias-problema

3. Lo que escucha el terapeuta esta mediatizado por filtros que impiden "comprender" plenamente el decir del paciente, tarea pendiente de la psicología será establecer las dificultades y las posibilidades de solución para minimizar el ejercicio de la alteridad.

4. La entrevista, en tanto instrumento fundamental en el trabajo clínico, será un esfuerzo por combinar historia, escucha y mirada para buscar darle un giro integral a la tarea de cura.

5. El trabajo clínico deberá ser un espacio que permita libremente la narrativa histórica del paciente y la mirada crítica del terapeuta, lo que se pretenderá en el futuro con la entrevista es posibilitar, en el marco clínico, distintas formas de instituir proyectos que rehumanicen al paciente que acuda.

Bibliografía

Rodríguez Ladrera Rosa Maria (1993). Teoría y práctica en la ciencia. Universidad de Granada: Granada, España.

Ricoeur, Paul (1987). Freud: una interpretación de la cultura. Siglo XXI Eds: México.
 
 
 
 




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