Alexander Brodin. El músico-químico
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Abstract
El 9 de junio de 2001, por la noche, celebramos en un concierto el octogésimo quinto aniversario de la Facultad de Química de la UNAM. Después de escuchar la sinfonía Desde el nuevo mundo de Antonín Dvorák, el director de la orquesta, Lior Shambadal, nos regaló las Danzas Polovetzianas del Príncipe Igor, de Alexander Borodin. Aunque no lo dijo nunca, yo supe que ese regalo estaba dedicado a una comunidad de químicos, ya que Borodin dedicó más tiempo de su vida a la química que a la música, aunque siempre será recordado más como músico que como químico.
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